Penúltimo intento del afamado escritor Michael Crichton por triunfar en el cine que se saldó con un nuevo fracaso comercial. Con un guión propio, el argumento retoma el interés del autor por la robótica que tan buen sabor de boca dejó con su ópera prima Almas de metal y ambienta la trama en un futuro inmediato en el que los robots están presentes en todos campos de la vida humana. Un experto informático ha desarrollado un chip que permite alterar el funcionamiento de las máquinas para convertirlas en asesinas letales.

Técnicamente está bien hecha con unos aceptables efectos especiales, banda sonora de lujo de Jerry Goldsmith y fotografía del prestigioso John A. Alonzo. Cierto que la historia es bastante convencional a pesar de su interesante punto de partida pero en conjunto la película resulta atractiva como policíaco de ciencia ficción. Destacaría la labor de su reparto con un convincente malvado encarnado por el cantante de Kiss Gene Simmons y la presencia de una tremenda Kirstie Alley.

El problema de Runaway es que parece obsoleta. Está ambientada en un futuro próximo pero poco después de su estreno ya parecía caduca. Por eso hoy en día es una obra olvidada que urge reivindicar.