Scorsese es un director mimado por la crítica. Tiene películas muy buenas pero también un puñado de truños. Después de varias nominaciones seguidas al Oscar, tanto al mejor director como a la mejor película, finalmente consiguió el preciado galardón en ambas categorías por Infiltrados. Cierto es que no es su mejor obra, pero en ella aparecen algunas de las características del cine de este gran director: El sentido del ritmo cinematográfico, el montaje, la violencia, la siempre interesante selección de temas musicales y el género de gangsters.

Para este proyecto Scorsese contó con un reparto de postín. Como el maduro Jack Nicholson que demuestra estar en plena forma interpretativa. Un cada vez más interesante Leonardo DiCaprio que ya ha demostrado con creces que es algo más que el personaje que le dio la fama en Titanic. Matt Damon, una de las estrellas del momento y uno de los mejores actores de su generación. Mark Wahlberg que también poco a poco va haciéndose un hueco. Y un fondón y estropeado Alec Baldwin, quien junto a Martin Sheen interpretan personajes secundarios pero no por ello menos importantes.

La película narra la historia de dos infiltrados. Uno de ellos, DiCaprio, es policía y entra a formar parte de la mafia irlandesa de Boston liderada por Nicholson. Mientras que a su vez el pupilo de Nicholson, Damon, consigue entrar en la policía en la que va medrando a pasos agigantados por sus éxitos policiales gracias a los chivatazos de su verdadero jefe. Un duelo a tres bandas con muchas sorpresas y suspense de calidad con un final precipitado y torpe.