Segundo largometraje de Christopher Nolan como director con la única película de su filmografía que no está basada en un guión propio. Se trata de un film policíaco de intriga en el que sobre todo destacan sus dos rutilantes protagonistas. Pacino y Williams están magníficos en sus papeles de policía y asesino respectivamente. Este último resulta creíble en su rol de malvado como ya demostrara ese mismo año en Retratos de una obsesión a pesar de que en su carrera abundan más los papeles cómicos y en menor medida los dramáticos.

Cuenta la historia de un par de agentes del FBI que investigan el brutal asesinato de una joven en una remota población de Alaska. A la trama policíaca se une la intriga entre los dos protagonistas que comparten una situación delicada que les hace protegerse mutuamente a la vez que intentan acabar el uno con el otro. Tiene sus concesiones pero en general la película te mantiene interesado por saber cómo acabará todo. La situación que se plantea se resuelve convincentemente de la única manera inevitable.