La película nos presenta en una muy cuidada realización de Bill Condon un reparto, que no por escueto, es menos interesante. Los actores bordan sus papeles hasta hacerlos completamente creíbles e introducirnos en sus vidas de un modo sobrecogedor.
Brendan Fraser está mejor que en ninguna de sus otras cintas, representando al jardinero con no demasiadas luces pero con una carga de virilidad importante.
Lynn Redgrave es insustituíble en su papel de asistenta.
En cuanto a Ian McKellen, ha significado para mí un completo descubrimiento. Está en la línea de los mejores actores de teatro (¿lo es?). Sus miradas al sesgo, cargadas de intenciones, y su gesticulación corporal medida hasta el detalle hacen que sobren las palabras.
Por cierto, hablando de palabras, la voz que dobla a McKellen hace que la película te atrape de un modo sensacional por su calidez y entonación (maravillosos 'dobladores' españoles) y potencia si cabe el trabajo del actor. Creo reconocer en élla al narrador de la serie 'El pintor y su obra'.
Si eres de los que disfruta del cine dramático, con más diálogo que acción no te la pierdas.