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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
8
Drama. Comedia La ciudad de Memphis es el escenario para las tres historias que conforman esta película. 'Lejos de Yokohama', la primera, sigue a dos jóvenes japoneses cuyo sueño es visitar Graceland, la casa de Elvis Presley. En 'Un fantasma', una mujer italiana fácil de convencer se ve estancada en esa ciudad esperando el avión que les lleve a casa a ella y al cadáver de su marido. Y en 'Perdidos en el espacio', la tercera, tres hombres se ven ... [+]
3 de agosto de 2020
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Mystery Train (1989), de Jim Jarmusch, entrelaza tres historias a través de un hotel, la música y las leyendas que circundan a la ciudad del rey del rock and roll.

Por Nicolás Bianchi

Como a Mitzuko (Yuki Kudo), la coprotagonista japonesa del primer episodio, a Mystery Train su ingenuidad, inocencia y levedad la hacen más bella y atractiva. Por momentos las historias que transcurren en una misma noche en Memphis no son más que una fachada para dar rienda suelta a la nostalgia por los tiempos de Elvis, Roy Orbinson o Carl Perkins, y poder escuchar una y otra vez, sin culpa ni sentido, la misma versión de Blue Moon en la radio.

Todo en la película sucede en un día y una noche. Los turistas japoneses, las amigas por casualidad y los tres borrachos delincuentes van a coincidir en el mismo hotel en el que Screamin´ Jay Hawkins es un conserje que luce un espléndido traje rojo. No solo la música de Elvis, sino también la radio en la que Tom Waits pasa temas y comenta noticias y los sonidos del alojamiento, un disparo y gemidos de placer en particular, son los elementos que van a conectar los tres capítulos. Un pequeño mundo de experiencias sonoras.

Mitzuko y Jun (Masatoshi Nagase) son una pareja de jóvenes admiradores de la cultura norteamericana, particularmente del rock and roll. Llegan a Memphis en tren y comienzan su paseo por la ciudad. Jarmusch muestra con sorna cómo el turismo convierte en atracciones a lugares que no parecen tener ninguna gracia. Una guía que habla a toda velocidad les cuenta algunas anécdotas en un estudio de grabación, que no tiene nada en especial más que unos pósters colgados en la pared y lo que esa mujer dice que allí pasó. Rendidos, y ya de noche, la pareja llega al hotel. En el cuarto Jun toma fotografías y explica que solo retrata lugares como hoteles o aeropuertos, porque después se los olvida. Los sitios importantes los recuerda y no hace falta fijarlos en imágenes. En la secuencia conviven tanto la ironía, que puede rayar con la burla, como la ternura, la calidez.

El segundo capítulo también está protagonizado por una extranjera. Se trata de Luisa (Nicoletta Braschi), que debe esperar un día para abordar el vuelo que la regrese a Roma, adonde tiene que llevar el cuerpo de su marido muerto. Memphis se presenta un tanto más hostil para la italiana, que pierde dinero en todos los contactos que mantiene con los locales. En un bar le cuentan, por un puñado de dólares, uno de las leyendas del fantasma de Elvis y, luego, en una escena un tanto sórdida en la que Luisa parece estar escapando del acoso de dos hombres, llega al hotel, donde trabará una inesperada amistad con Dee Dee (Elizabeth Bracco), un mujer recientemente separada de su pareja.

Por último, en el tercer episodio Joe Strummer como Johnny se suma a la larga lista de músicos famosos que actuaron para Jarmusch. Se trata de un inglés pendenciero y alcoholizado, recientemente separado, que se va a meter, junto con su cuñado Charlie (Steve Buscemi) y su amigo Will (Rick Aviles), en una serie de problemas que los va a poner en la mira de la policía. Ellos recurren, en esa noche, al hotel a modo de guarida, hasta que amanezca y puedan huir. No es difícil adivinar que de este particular trío proviene el sonido de disparo que escuchan los personajes de las otras historias.

Lo mejor de Mystery Train es la creación de una atmósfera, un pequeño mundo en el que se desarrollan los tres eventos. Ya parte de la marca de autor de Jarmusch, el qué no es tan importante como el cómo. La música, los locales nocturnos semi derruidos y sus luces de neón visten a la película por la que transitan extranjeros un tanto desorientados y autóctonos folclóricos y pintorescos. Todos bajo la particular mirada del director. Cuando los japoneses vuelven al tren y comienzan a partir surge un cierto sentimiento de pena, porque dan ganas de escuchar un poco más de la música que parece brotar de la ciudad o pasar un tiempo más, al menos otra noche, en ese hotel cualquiera con fantasmas muy especiales.
El Golo Cine
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