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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
5
Comedia. Drama Película dividida en historias independientes a través de las cuales Jim Jarmusch presenta el panorama nocturno de cinco grandes ciudades (Los Angeles, Nueva York, París, Roma y Helsinki), con un taxi, y lo que en él ocurre desde el anochecer hasta el amanecer de un mismo día, y obviamente con diferentes personajes, como hilo conductor. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2020
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En Night on Earth (1991) el director Jim Jarmusch presenta cinco historias que suceden en cinco ciudades diferentes, todas a bordo de un taxi. La película transita mejor por New York y Los Ángeles que por Roma, París o Helsinki, donde los personajes caen en estereotipos y sus tribulaciones pierden cierta gracia.

Por Nicolás Bianchi

A modo de presentación de la película el chiste en el cual Winona Ryder es una taxista que masca chicle con la boca abierta y fuma un cigarrillo tras otro sin parar funciona bastante bien. Mientras lleva a la clienta elegante interpretada por Gena Rowlands a Beverly Hills, Jarmusch pasea con su cámara por las calles de Los Ángeles. El director tiene el pulso de las ciudades norteamericanas, sus luces aparecen bellas e intrigantes en las imágenes que se producen a medida que el recorrido avanza.

La más lograda de las historias es la segunda, en la que Helmut (Almin Mueller-Stahl), un inmigrante de Alemania Oriental que no sabe conducir autos automáticos le cede el lugar de chofer al cliente, que es Yo Yo, interpretado por un jovencísimo Giancarlo Esposito, más tarde célebre por ser el villano de la serie Breaking Bad. De Manhattan a Brooklyn, con los personajes enredados en un diálogo disparatado y la aparición de Rosie Pérez como tercera en discordia, durante el pequeño viaje se construye una amistad entre el pasajero negro, al que los otros taxistas no querían llevar, y el extranjero que intenta sobrevivir en un lugar que desconoce.

Al menos en esta película, Europa no le sienta bien a Jarmusch. En vez de ir in crescendo el film se deshilacha cuando los relatos se producen del otro lado del Atlántico. En París todavía la relación entre el chofer negro Isaach de Bankolé y la clienta ciega Béatrice Dalle conserva cierto encanto, sobre todo por el remate que provee un efectivo gag que cierra la secuencia.

La secuencia de Roma presenta a Roberto Benigni transportando a un cura. El actor, que parece interpretarse a sí mismo, recrea el estereotipo del italiano, y del taxista también, que no para de hablar y comentar cuanta nimiedad se le cruza por la cabeza ante un aturdido cliente. En las calles se ve una pareja teniendo sexo contra una pared, porque los italianos, parece indicar la película, son fogosos, impulsivos y pasionales. En suma resulta un capítulo un tanto vulgar, alejado de las mejores cualidades de Jarmusch.

Tampoco está para nada bien lograda la secuencia que sucede en Helsinki, donde también se recurre a un estereotipo, en este caso a los nórdicos un tanto depresivos que se entregan por completo al alcohol. Aquí el chofer Mika (Matti Pellonpää) debe transportar a tres compañeros de trabajo que bebieron de más. Uno de ellos, que además ese mismo día perdió su empleo, se encuentra completamente desvanecido. Frío, alcohol, nieve y depresión. A medida que se desarrolla el viaje, los pasajeros y el chofer van a develar algunas historias realmente tristes sobre su pasado. El tedio gana la escena en una secuencia que pierde la liviandad que tan bien había fluido en los relatos que sucedían en Estados Unidos.

El ojo de Jarmusch en Europa, en definitiva, aparece como el de un turista que descubre los biotipos más recurridos de personajes en los países en los que, se nota, está de visita. Su habilidad para conseguir tomas extrañas y bellas de las ciudades no se pierde en ningún momento, pero a medida que avanza el film con eso no basta. Lo que es una novedad en los primeros episodios se vuelve un tanto reiterativo en los demás.

La banda de sonido, rasgo distintivo de la filmografía del director, está en un plano muy relegado por todas las obligaciones narrativas de la película. Al fin y al cabo, durante las poco más de dos horas se introducen unos quince personajes. Los temas de Tom Waits quedan circunscritos a la apertura y cierra del film. Los silencios o los temas musicales prácticamente enteros, las vacilaciones de los personajes, las miradas entre dos personas que por un momento no hablan, la reflexión o simplemente la pereza de los protagonistas, esos momentos en los que parece que no pasa nada pero son tan disfrutables son los que se extrañan en Night on Earth.
El Golo Cine
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