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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
6
Acción Un grupo de camioneros forman una larga caravana para protestar contra un despótico y arbitrario sheriff que ha arrestado a uno de los suyos. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convoy (1978), de Sam Peckinpah, presenta la odisea delirante de un camionero que huye luego de enfrentarse con un sheriff en Arizona. Por momentos comedia, western, acción hasta cierto drama político y social, la película recorre frenéticamente distintos tonos que componen una obra que hoy parece bizarra.

Por Nicolás Bianchi

Mientras mantiene el tono liviano y absurdo, el viaje del camionero Rubber Duck (Kris Kristofferson) por las rutas del interior estadounidense fluye de manera cómica y disfrutable. Pero tanto los personajes como la película se empastan cuando la travesía se detiene y comienzan a aparecer las alusiones a la política, momento en el que el excéntrico Peckinpah realiza una suerte de loa al espíritu rebelde de los trabajadores que recorren los caminos profundos del país.

De la nada que rodea la ruta en Arizona surgen un camión, conducido por Rubber Duck, y un auto deportivo con Melissa (Ali McGraw) al volante. Rápidamente se ponen a la par, se miran, parecen gustarse. Ella es fotógrafa y comienza a retratar al camionero cuando un patrullero irrumpe y rompe la escena de aproximación romántica. El auto, más veloz, logra adelantarse mientras el policía detiene al camión. El camionero logra manipular al agente al decirle que la mujer que manejaba no llevaba ropa interior, lo que traslada el interés del oficial a perseguirla a ella. Rubber Duck puede seguir con su camino.

En la siguiente escena se presenta a los compañeros de ruta y al villano. Mientras Rubber Duck avanza velozmente en fila junto a Pig Pen (Burt Young, por siempre Paulie en Rocky) y Spider Mike (Franklyn Ajaye), el sheriff Dirty Lyle (Ernest Borgnine) intercepta sus comunicaciones por radio, entiende que van al límite de la velocidad permitida y les tiende una trampa para extorsionarlos y luego cobrarles un soborno. Con el poco dinero que les queda, recalan en un café que está al costado de la ruta, típico parador de camioneros.

Allí va también el policía que se ensaña particularmente con Spider Mike, que es negro y el que menos plata tiene de los tres, lo que da lugar a una pelea que podría pertenecer a una comedia de cine mudo o a un capítulo de los Tres Chiflados. Los camioneros, las camareras del lugar y Melissa, que también se encontraba allí, se alían contra Lyle y otros policías, a los que golpean y vencen mientras en el proceso destrozan por completo al café. La cámara lenta con la que Peckinpah toma las escenas resalta la ridiculez de los cuerpos que vuelan contra las botellas que están en la barra o las tazas y vasos que se encuentran en las mesas del lugar.

El convoy finalmente queda conformado. Rubber Duck y Melissa por un lado, y sus dos amigos junto con otros personajes que se suman luego de la pelea comienzan la huida. En principio el objetivo es llegar a la frontera estatal, para lo que toman un desvío por caminos de tierra muy blanda, lo que da lugar a una segunda secuencia de humor físico. Ahora los que hacen el ridículo, tomados por la misma cámara lenta, son los patrulleros de la policía que se quedan entrampados entre las lomadas de polvo y tierra. Incluso en un rapto ¿iconoclasta? uno de los vehículos policiales sigue de largo en una curva sobre un precipicio y atraviesa un cartel de una iglesia evangélica que llama a las familias a la oración.

El último dejo de comicidad está dado por los nombres de los demás camioneros que se suman a medida que el convoy avanza su procesión. Entre ellos se destacan Big Nasty y Sam el Séptico. Una vez que más que una huida Rubber Duck se encuentra involuntariamente liderando algo más parecido a un movimiento de protesta la película pierde cierta fluidez. Peckinpah construye a los camioneros como representantes de cierto espíritu libre, rebelde e indómito contra los policías que los quieren detener o los políticos que buscan cooptarlos.

En cuanto a cierta norma de calidad por la que en la actualidad se suele pasar a los filmes cabe decir que Convoy no es racista, sino más bien lo contrario, ya que la violencia que la policía ejerce contra el camionero negro está resaltada a modo de denuncia y desencadena el desenlace de la historia. Luego hay quienes pueden interpretar a la película como machista. Resulta interesante leer que en una crítica de la época en el New York Times se señala que el papel que interpreta McGraw está ‘desfeminizado’ porque la intérprete lleva el pelo muy corto. Hoy se podría hacer una lectura diametralmente opuesta, ya que ese tipo de cortes de cabello están más identificados con la emancipación que con el sojuzgamiento de la mujer. En cualquier caso, Peckinpah dista, por un continente, de ser feminista. El protagonista cumple con las características clásicas del protagonista masculino de acción, aunque también es cierto que el film no incurre en ningún exceso. Incluso podría haber cierto feminismo involuntario en un personaje secundario que es una mujer camionera negra. Lo más acertado, de todas maneras, seguramente sea no buscar lo que la película no ofrece.

Mientras la liviandad conduce el relato Convoy resulta en un entretenimiento cinematográfico que produce cierto asombroso por sus ribetes extraños, con bellas tomas en las que los camiones parecen animales que avanzan por una sabana. Cuando todo se vuelve más formal, cuando el drama político y la acción ocupan el lugar de la comedia, la película pierde el norte, toma la banquina hasta que llega a un final un tanto insípido.
El Golo Cine
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