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España España · Tenerife
Voto de Quevedo:
6
Drama Un matrimonio del norte de humilde condición suspira por tener un hijo, pero el destino les da una niña. Poco tiempo después, sin embargo, nace el ansiado varón. Un hecho terrible hará que madre e hija no se hablen durante quince años. (FILMAFFINITY)
30 de mayo de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película, Bajo Ulloa entra con pie derecho en la dirección de largometrajes, y se acaba llevando la Concha de Oro en San Sebastián por derecho propio. Además de un par de Goyas o tres, entre ellos uno al mejor guión original y otro al mejor director novel. Chapó.

La familia -ya se ha escrito largo y tendido sobre ello-, se puede convertir en un infierno para los hijos no deseados, y lo que debería ser el refugio donde los chavales encuentran el calor del hogar y el amor de los padre, etc., se convierte de pronto en la ratonera donde vas a vivir atrapado toda la vida.

El drama, aquí, se cierne sobre las vidas de un matrimonio compuesto por un humilde recogedor de basura, su esposa y su hija. La frustración de la esposa (la cosa le viene de familia; ya se sabe, no solo se hereda la riqueza, se hereda también la gilipollez) por no poder tener un hijo varón, se convierte en una obsesión tal, que la lleva a tratar con extrema frialdad, desprecio e incluso un odio profundo, a la propia hija. Cuando por fin el hijo varón, tanto tiempo esperado, llega y toma posesión de las atenciones de la señora, la distancia entre madre e hija se ha hecho ya tan profunda e inmensa que va a terminar desencadenando una ruptura casi total. Y como consecuencia de ello, los celos de la pequeña encuentran vía libre para poner la guinda sobre el pastelito y quitarse al rival de encima. La desgracia, tanto tiempo inconscientemente -o no- elaborada, está servida y, como tantísimas veces sucede, paga, impepinablemente, el más inocente, el que ni sabe de qué va este tinglado.

Hasta aquí la primera parte del film, que convence y que está contada con gran soltura y con leves toques góticos, donde la mirada expresiva -y muy inquietante- de la hija, te va dando toques continuos para que no despegues las narices de la pantalla ni un solo momento.

A partir de aquí a la película le cuesta trabajo mantener el tono conseguido hasta ahora, y desciente por lo menos un par de octavas en el pentagrama. Madre e hija se siguen odiando olímpicamente, mientras el papá sigue tratando de calmar las violentas disputas entre las mujeres de la casa -con bastante poco éxito. Como resultado de todo esto, se empieza a pensar en la huída del dulce hogar, y una se pone manos a la obra, pero el amor llama a la puerta y la cosa se demora por un tiempo. Aunque el chicarrón del norte que le hace tilín le sale rana, y siguen pasando nuevas desgracias. Pero éstas ya no tienen el encanto que me hacían soñar las anteriores y, como he dicho, la cosa baja de octanos y pierde fuelle por el manguito del guión.

Si ya toda la segunda parte de la película es flojilla, el dulce final me desfraudó totalmente; es, como mínimo, poco convincente, y el toque poético que pretende tener, no se queda en otra cosa que en fácil recurso expresivo para poner punto final a un film que, en los primeros treinta minutos llevaba marchamos de gran obra.
Quevedo
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