Viendo esta cinta, me viene a la memoria una campaña publicitaria de los años ochenta de una bebida de cola, cuyo slogan era “Al gusto de la nueva generación”; algo así he sentido cuando a lo largo del metraje de la cinta me he sentido a ratos dentro de un videojuego de los llamados “shoot’em up”, o sea, uno en el que estamos en primera persona manejando a un personaje que lleva armas de muchos tipos, y tiene que ir matando todo lo que se le cruza. John Carmack y su “Return to Castle Wolfenstein” marcó un hito en la informática, al que siguieron videojuegos como “Doom”, y otros tantos, hasta llegar a versiones (y perversiones) del mismo, de todo tipo, rango, calaña, tiempo y edad; la Segunda Guerra Mundial, las cavernas de un laboratorio donde han llegado seres monstruosos de otra dimensión, y así un largo etcétera. Anteriormente ha habido intentos de llevar ese éxito comercial a las salas, pero hasta ahora no se había integrado en un guión medianamente coherente (y creíble) en la gran pantalla. Bueno, mejor dicho, ahora tampoco, porque “Gamer” es un producto bastante mediocre, al que únicamente salvan dos ideas: la prospección del futuro en el que los juegos de rol llegan al punto de manejar a personas reales a nuestro antojo, dependiendo del crédito de nuestra tarjeta de crédito, y la realización / ritmo visual impuesto en el film (aunque ya tenemos una referencia muy reciente en “Death Race: la carrera de la muerte”). Por lo demás, todo es bastante paródico y ridículo: un ex comando de las fuerzas especiales, al que la injusticia ha golpeado duramente, y ha sido condenado a muerte resulta ser el jugador perfecto en un videojuego retransmitido vía satélite a todo el mundo, en el que ha de luchar por su vida siendo manejado por un niño desde su casa. Una perspectiva terrible que cada día se acerca a pasos cada vez más rápidos. (sigue en spoiler...)