Me propuse ver, con buena intención y ganas de buen cine, una de las pocas películas de Bergman que aún no había visto. Tenia buena crítica, y la sinopsis parecía atractiva. A los quince minutos ya empezaba a sospechar que iba a perder hora y media de mi vida bostezando y haciendo esfuerzos titánicos por no dormirme... a las 9 de la noche. A la media hora confirmé mis sospechas. No entendía nada, lo que veía no me parecía atractivo, ni bello, ni divertido, ni emocionante, ya no digamos terrorífico, a pesar de calificarse como de terror. Al rato di por hecho que iba a pasarme la hora que quedaba deseando que terminara, entre irreprimibles bostezos y con los párpados luchando por cerrarse. Pensaba a veces: quizá ocurra algo que me saque un poco del sopor, quizá haya un giro de guion, un abrupto cambio de argumento (aunque qué argumento, si no se entendía nada) que me consiga sacar algo de energía para hacer un sprint final y verla terminar en estado de vigilia. Pero nada. Toda la película es un erial de escenas plomizas y sin sentido. Le he dado un 1 porque no puedo darle un 0.