Después de haber visto las dos primeras temporadas y a falta del último episodio que ponga fin a esta serie, quiero decir que la mejora de esta última temporada con respecto a las anteriores ha sido enorme; todo gracias a una trama más interesante, personajes más profundos y una correcta utilización de la nostalgia que detallo a continuación:

Uno de los puntos fuertes de la temporada ha sido su habilidad para evocar la nostalgia de los fans de Star Trek sin caer en el exceso. La serie ha sido capaz de traer de vuelta personajes icónicos de la saga, sin convertir su aparición en un mero ejercicio de fan service y, además, su inclusión en la trama ha sido coherente y relevante, lo que ha ayudado a profundizar en la mitología de la serie. La temporada presenta a su vez nuevos e interesantes personajes que sin duda son una muy buena promesa para el futuro de la saga.

Otro aspecto destacable ha sido el desarrollo de los personajes. Estos han sido más complejos y profundos, lo que ha permitido explorar nuevas facetas de ellos y crear relaciones más interesantes y realistas. Picard, en particular, ha tenido un arco de personaje fascinante, que ha mostrado su evolución personal y emocional a lo largo de la serie.

La historia, a su vez, ha sido más interesante y épica que en las anteriores temporadas. El tema central de la temporada -que no deseo revelar al lector de esta reseña- ha sido tratado con seriedad y profundidad, lo que ha dado lugar a un argumento sólido y emocionante.

En general, la tercera temporada de Star Trek: Picard ha sido un cierre satisfactorio para la saga. Ha logrado corregir muchos de los errores de sus anteriores entregas y plantear ideas frescas renovadoras en coexistencia con elementos clásicos, entregando una temporada sólida y emocionante que incluso a una persona no tan seguidora y aférrima de la saga como es mi caso, ha logrado cautivar.