Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Alacades:
6
Drama Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
22 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver esta película después de varios años sin ir al cine. Y fui sin elegir el título, ponían esa película, y esa fue la que vi. Y me encontré con un filme extraño, muy personal, cargado de simbolismos, y dirigido a cautivar al espectador con la belleza plástica de sus imágenes.

¿PERSONAL?: Personalísimo, uno no duda en ningún momento que está viendo la obra de un director que imprime a su película un sello particular e intransferible, que le distingue inequívocamente del resto de sus colegas.

¿EXTRAÑO?: Sí que lo es, porque independientemente de los tics propios de su director, la historia está contada de una manera un tanto solapada, como si no se quisiera contar del todo, dando lugar a la perplejidad del espectador convencional que no entiende bien los mecanismos narrativos.

¿CARGADO DE SIMBOLISMOS?: Aunque la historia tenga un desarrollo inconexo, enseguida se detecta el interés por poner sobre el tapete varios mensajes simultáneos. No se trata de una sola tesis, parecería poca cosa, se trata de una sucesión de ellas, a través de múltiples tramas alternas, aunque todas giren alrededor de la influencia de los años sobre las personas, sobre todo en aquello que guarda relación con la sensualidad y, por tanto, con la sexualidad.

¿BELLEZA PLÁSTICA DE SUS IMÁGENES?: Ésta sí que pudiera ser la auténtica idea generadora de la película, porque al final uno comprende que todo lo referido a la edad, joven o madura, se queda en una formidable excusa, que sirve como soporte para toda una panoplia de situaciones, de personajes y de escenarios plásticamente formidables. No es ajeno a ese resultado el magnífico marco de lujo hedonista que compone el hotel suizo en que se ubica la acción (aunque se quiere hacer ver que se sitúa en un solo hotel, está rodada en dos hoteles distintos, uno de ellos el que sirvió de referencia para Thomas Mann, en Davos, que situó allí “La montaña mágica”), con el trasfondo idílico de los Alpes

Todo esto está muy bien, sí, pero ¿además de personalísima, rara, simbólica, y bella, qué tal es la película?: Bien, pues más allá de esa estética superlativa, lo que queda es una sucesión de pequeños pasajes, o “sketchs” independientes, en los que unos personajes más o menos desvinculados entre sí, tienen sus pequeñas historias sin más nexo común, que el nefasto efecto de la edad. Quizá se debería llamar “La senilidad” en vez de “La juventud”, porque aquella condición es la que parece protagonizar la película, al contrario que esta otra que se limita a ser objeto de observación. En un principio me fastidió un poco no ver una película convencional, pero después de rumiar un poco todo eso, se acaba por asimilar ese planteamiento que acaba resultando aceptable e incluso interesante, aunque, más a posteriori, que durante su visionado.
Alacades
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow