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Voto de Sergio Berbel:
3
Drama En un pueblo de Texas todos se preparan para celebrar el centenario de la fundación de la población. Es también el momento para recordar el pasado de Duane y Jacy. Secuela de "La última película". (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe un gran dicho de uso cinéfilo: “Nunca segundas partes fueron buenas”. Con honrosas excepciones (de la trilogía de “El Padrino”, sin duda, la segunda entrega es la mejor), suele ser así. Pero pocas veces el aforismo es más cierto y el resultado de una segunda parte más patético que en el caso de “Texasville”, secuela veinte años después de una de las más grandes obras maestras de la historia, “La última película”. Peter Bogdanovich estaba bajo el efecto de sustancias psicotrópicas o tras una ingesta masiva de setas alucinógenas cuando decidió tirar por la borda con este bodrio una de las mejores estelas de personajes que nos haya dejado el cine.

Prostituye gratuitamente la melancolía hecha obra maestra de la primigenia cinta por la comedia barata y facilona hija del discutible cine de los 80, justo en sentido contrario respecto a la “La última película”, como piedra fundacional del excelso cine de los 70.

Tampoco queda ni rastro de ningún retrato generacional. Pudo mostrarnos los desengaños de la edad adulta como nos enseñaba los de la juventud en la primera de las cintas, pero no se encuentra nada parecido por más interés que se ponga en su búsqueda. Sencillamente porque no hay nada en su guión lerdo.

No sobrevive igualmente la dura y ácida crítica social sobre la insufrible sociedad tejana de la cinta primigenia, dedicándose a bostezar en torno a intragables e inverosímiles escarceos amorosos de sus protagonistas, que comienzan a darnos bastante igual y que acaban cayéndonos todos ellos francamente mal.

No vemos nada del encanto deprimente de aquella pequeña población que, para más inri, ha abandonado su maravillosa fotografía en blanco y negro para caer en un color ochentero ciertamente cargante.

Peter Bogdanovich, que había creado una de las mejores películas corales jamás habida aunque, simultánea y magistralmente, había logrado fijar nuestro interés en los tres jóvenes que la protagonizaban, ahora entierra sin saber por qué al personaje de Timothy Bottoms, entonces protagonista, y que en “Texasville” no pasa de ser un molesto secundario que embarra la trama sin saberse nunca hacía dónde se dirige su arco vital; Jeff Bridges, otrora el amigo que estaba deseando escapar de aquel lugar desolado al que sólo lo unía su novia, ahora convertido en una presunta máquina de disparar chistes (sin gracia) y embarcado en la ruina de su empresa petrolífera y en una vida privada que no se acaba de entender en ningún momento del metraje por exceso; y la entonces maravillosa Cybill Shepherd, inexplicablemente, que aquí deja de ser la mala de la función, la mujer fatal de la cinta fundacional, para conformar un dechado de sentido común y generosidad para con la familia de Jeff Bridges hasta un punto que llega a ser insoportable.

Y lo que en “La última película” era una eterna amalgama de personajes secundarios inolvidables, ahora son puro esperpento cuyas historias, supuestamente divertidas, no hacen gracia a nadie e interesan a muchos menos.

Incluso la primigenia y permanente banda sonora musical a base de temas clásicos del country se convierte en “Texasville” en una selección de repelentes temas ochenteros de éxito totalmente innecesarios. No se debería permitir hacer esto con la memoria de una de las mejores cintas de la historia del cine a mayor gloria de la taquilla y la venta de palomitas.
Sergio Berbel
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