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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama El 2 de marzo de 1974, el joven anarquista Salvador Antich, militante del Movimiento Ibérico de Liberación, se convirtió en el último preso político ejecutado en España mediante "garrote vil". Ésta es su historia y la de los intentos desesperados de su familia, compañeros y abogados por evitar su ejecución. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manuel Huerga firma con “Salvador (Puig Antich)” una de las películas capitales que conforman nuestra memoria histórica fílmica de imprescindible visionado para toda persona que quiera acercarse al desbarre final de un régimen fascista genocida en sus últimos estertores que decidió llevarse por delante la vida de un joven activista anarquista catalán como último ejecutado por el cruel método del garrote vil el 2 de Marzo de 1974. Quizás el mejor alegato contra la pena de muerte que haya visto nunca.

Y resulta curioso que sea el film que va descaradamente de menos a más que haya visto en mucho tiempo, que durante su primera hora se permite sestear en torno a clichés demasiado vistos sobre jóvenes embarcados en la lucha armada con cierto tono desenfadado y ligero pero que, cuando en su segunda mitad comienza a mostrar sin piedad las consecuencias de haber llevado una vida intentando echar un pulso al régimen fascista genocida de Franco se torna oscura, durísima de contemplar, desgarrada, con heridas en carne viva que rezuman dolor y que hacen aflorar las lágrimas del espectador más gélido, que lo golpean en el estómago y lo noquean. Esa tragedia irrespirable de su segunda mitad compensa la ligereza de la primera con creces y no afecta a la valoración global del conjunto, lo rescata todo, lo salva todo, lo eleva todo.

En cuanto al aspecto formal, resulta enormemente curiosa la mutación que la cinta va desarrollando a lo largo de sus etéreos 134 minutos de metraje. Comienza entremezclando imágenes decoloradas de las escenas de acción y reivindicación para otorgarles un tono cuasi documental para ir virando, en su segunda mitad, cuando la cinta coge velocidad de crucero y mete de cabeza al espectador en un infierno trágico hacia un paradójico y perfecto empaque formal preciosista. Un acierto épico de su director de fotografía, David Omedes.

Salvador está interpretado por un colosal Daniel Brühl, siempre espléndido pero aquí en la mejor interpretación de su carrera, perfectamente secundado por un Tristán Ulloa extraordinario como su abogado, el gran Leonardo Sbaraglia en un interesantísimo personaje de funcionario de prisiones, etéreamente maravillosas Leonor Watling e Ingrid Rubio como los dos episodios sentimentales de Puig Antich, intimista Celso Bugallo como el padre del protagonista y una muy especial y mágica Andrea Ros como la hermana pequeña de Salvador, que conquista corazones en cada escena en la que aparece y a la que acaba resultando imposible no querer.

El guión, escrito por Lluís Arcarazo, tiende a cierta superficialidad tragicómica en su primera mitad pero, como toda la película en sí, cuando pasada una hora comienza a desgarrarse e intensificarse hasta límites pocas veces conocidos en nuestro cine, termina resultando una pieza literaria de primera magnitud, el paradigma perfecto de guión que va de menos a más, un templo literario.

Un detalle no menor y que no puede pasar desapercibido: es un tal Lluís Llach el que pone la música en este film. Y no tenemos nada más que añadir.
Sergio Berbel
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