Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Drama En la Coney Island de la década de los 50, el joven Mickey Rubin (Timberlake), un apuesto salvavidas del parque de atracciones que quiere ser escritor, cuenta la historia de Humpty (Jim Belushi), operador del carrusel del parque, y de su esposa Ginny (Winslet), una actriz con un carácter sumamente volátil que trabaja como camarera. Ginny y Humpty pasan por una crisis porque además él tiene un problema con el alcohol, y por si fuera poco ... [+]
21 de diciembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen es un genio absoluto, quizás el mayor que haya dado el cine. Incluso su peor película (y mira que alguna hay mala de solemnidad) es mejor que la mayoría de las que se estrenan y reciben elogios patrocinados de la crítica. Su cine siempre está cargado de contenido y reflexiones morales, de profundidad y fundado asco por la naturaleza humana, siempre impregnado de un lúcido nihilismo misántropo y una melancolía maravillosamente incurable. Woody Allen es el cineasta más importante de mi vida y el que más me ha hecho amar el cine y más me ha educado.

No sé quién dijo la soberana estupidez de que Woody Allen es mucho mejor haciendo comedia que drama. Una falsedad temeraria, funambulista e infundada. Sus dramas son templos del cine, y si tengo que escoger sus mejores 10 películas, estoy seguro que al menos 7 de ellas son dramas.

Normalmente trabaja el drama con ecos de su adorado Ingmar Bergman (yo lo conocí y lo admiré gracias a Woody Allen, del que “Interiores” es su obra de aproximación al genio sueco más sublime), pero en “Wonder Wheel” tiene mucho más de Tennessee Williams (mi y su dramaturgo favorito), de intensidad de sentimientos sudorosos por el calor y la atmósfera enrarecida y viciada de unos personajes frustrados, perdedores y al límite de la resistencia humana que necesitan pecar para evitar suicidarse.

Se trata del drama de la pobreza, la soledad, el hastío y la prisión de una relación no deseada. Se trata del triángulo amoroso que arrasa a todos sus lados, sin piedad y sin supervivientes. Se trata del deseo insatisfecho y el muro de la edad. Se trata de no poder alcanzar lo que quieres cuando llegas a los 40 y de saber que ya no vas a poder alcanzarlo, porque el tren del éxito pasó por la estación hace demasiado tiempo. Se trata de la crueldad de la juventud. Se trata de la piromanía y los hijos carentes de cariño y atención. Se trata del alcohol como única salida posible. Se trata del machismo lacerante y de la asfixia social para una mujer enclaustrada en un ambiente familiar sórdido. Se trata de la épica del perdedor, condenado por una sociedad que sólo permite visibilizar a los triunfadores y a los felices, y que esconde a patadas a los tristes y fracasados debajo de una sucia y polvorienta alfombra.

Y se trata de la obra cumbre de dos nombres propios del cine:

1.- Vittorio Storaro, posiblemente el mejor director de fotografía vivo, que firma aquí su definitiva obra maestra. Pocas películas en la historia del cine con una fotografía más bella, con una paleta de color cálida y aterciopelada que hace magia con la luz y la convierte en puro arte a través de los lentos y lánguidos movimientos de cámara de Woody Allen. Sus rojos y azules están ya por derecho propio en la historia del cine.

2.- Kate Winslet, la mejor actriz de su generación, tocando techo en esta cinta. A la altura de “Revolutionary Road” de Sam Mendes , “Mildred Pierce” de Todd Haynes o “Little Children (Juegos prohibidos)” de Todd Field. Sencillamente magistral.

Lo demás, los diálogos cargados de amargura y pesimismo, de personajes angustiados en un callejón sin salida, marca de la casa. La ambientación de los años 50, perfecta y preciosista. Y la música, tan importante siempre en el cine del director neoyorquino. Una obra maestra imperecedera. Otra más con la firma de Allen.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow