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Voto de Sergio Berbel:
10
Comedia. Drama Melinda (Radha Mitchell) sufre dos crisis completamente diferentes que dan lugar a situaciones cómicas y dramáticas, que sirven para abordar las cuestiones recurrentes del cine de Allen: la fragilidad del amor, la infidelidad dentro del matrimonio, el romance sofisticado, la incomunicación. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2020
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Se trata de una de mis películas favoritas del gran genio y, sin duda, una de las más infravaloradas, “Melinda y Melinda”. La eterna discusión en mi mente, si el mejor Allen es el de comedia o el de drama (estoy seguro que es éste último), planteada por él mismo en torno a una genialidad que sólo podía salir de su privilegiado cerebro: coger unos mismos hechos y personajes y darle una deriva cómica con unos actores y otra dramática con otro elenco distinto. Pura magia juguetona, eso es “Melinda y Melinda”.

Un grupo de creadores debaten una noche lluviosa en un restaurante neoyorquino qué recoge mejor la esencia humana, si la comedia o el drama. Con los mismos hechos y personajes, van jugando como demiurgos contemporáneos a desarrollar una historia que es comedia romántica por un lado, a la par que de forma simultánea, los mismos personajes con otros actores, desarrollan un drama desaforado. Son las dos Melindas del título.

Mientras que la versión dramática narra la desventura de una Melinda destrozada por su adicción a las peores relaciones posibles y a los desengaños amorosos que terminan de forma trágica, la Melinda cómica es la vecina de una pareja que necesita reorientar su vida.

Por lo demás, todos los temas propios del universo alleniano se despliegan a todo color para goce de sus incondicionales, entre los que encuentro con absoluto entusiasmo: el desencanto por la vida, la frustración matrimonial, la incomunicación en nuestra sociedad, las diferentes formas de evadirse de los problemas, la misantropía, las infidelidades, los amores no correspondidos, los golpes del azar como único hilo conductor del universo… Todo lo que es y significa Woody Allen hace acto de presencia en esta obra maestra absolutamente nihilista.

Todo ello con una preciosa y preciosista dirección de fotografía de Vilmos Zsigmond de clásicos tonos dorados y pastel.

Y, sobre todo, por lo que más destaca esta cinta, es porque es una de las que mejor elenco actoral atesora en su filmografía, y eso es mucho decir hablando de Woody Allen: una Radha Mitchell en un doble papel dramático y cómico impagable; una Amanda Peet que enamora a la pantalla y a todo el que tenga ojos en la cara; una Chloë Sevigny auténticamente estelar (una de las grandes actrices europeas todoterreno); un Will Ferrer competente en su papel de alter ego de Allen; un Chiwetel Ejiofor que pone patas arriba la función en la parte más interesante para mí, la dramática… Todo funciona en una obra redonda que trata de mostrar que comedia y tragedia solo se diferencian en la forma de combinar los elementos.
Sergio Berbel
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