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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama. Thriller Unos delincuentes de poca monta deciden atracar la sucursal de un banco de Brooklyn. Sin embargo, debido a su inexperiencia, el robo, que había sido planeado para ser ejecutado en apenas diez minutos, se convierte en una trampa para los atracadores y en un espectáculo para la televisión en directo. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2023
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Estamos en 1975, en el ecuador de la mejor década de la historia del cine. Sidney Lumet estrena “Tarde de perros”, para mí, la mejor película de atracos jamás rodada que además resulta ser muchas cosas más, como ocurre siempre cuando tocamos el cine norteamericano de dicha década. Todos los temas que importaban/importan a la sociedad tienen cabida en una obra colosal, en un templo del cine, en una obra maestra inconmensurable que suda y hace sudar al espectador en mitad de un calor infernal que presagia algún tipo de tragedia que está por determinar.

Dos atracadores de poca monta entran armados a una humilde sucursal bancaria en mitad del abrasador verano de Brooklyn. Se supone que será cosa de unos minutos, pero todo se complica cuando aparece la policía y entonces tienen que atrincherarse dentro tomando como rehenes a todo el personal de la sucursal bancaria. El calor va aumentando y toda la miseria y podredumbre que habita en la sociedad va apareciendo ante los atónitos ojos del espectador: desde la miseria social hasta las infames condiciones en las que desarrollan su labor los trabajadores de sucursales bancarias, pasando por la manipulación de los medios de comunicación en su ansia de convertir en espectáculo la tragedia humana, la violencia policial latente en un cuerpo ultraconservador, el racismo que supura la población, la facilidad existente para la manipulación de las masas, la homofobia terrible incrustada en todas partes, el drama de la identidad sexual, la violencia machista…

Es difícil encontrar un tema que no se trate y sobre el que no se posicione valiente y acertadamente esta obra maestra, que además sabe mezclar géneros de manera natural, desde el thriller al drama familiar, pasando por sutiles toques de comedia para mostrar su quejas contra una sociedad que bien las merecía, aunque con la visión actual me resulte admirable, porque era infinitamente más libre y comprometida que la que transcurre ante nuestros ojos en estos días.

En cuanto a su elenco actoral, poco se puede añadir al prodigioso trabajo de su pareja protagonista, venidos directamente de rodar “El Padrino I y II” con Francis Ford Coppola, Al Pacino (dueño y señor de la función) y John Cazale, ni más ni menos.

Ríos de tinta supondría analizar su importancia portentosa en la filmografía posterior de atracos, casi toda deudora directa de la gran obra maestra de Sidney Lumet, con un electrizante guión de Frank Pierson, adaptando un artículo periodístico y un libro de Leslie Waller sobre un caso real ocurrido en USA en 1972.

El pulso narrativo de Sidney Lumet es magistral, para estudiar en todas las escuelas de cine del planeta, beneficiado por una dirección de fotografía plena y gozosamente setentera de Victor J. Kemper y sin necesidad de recurrir a una sola nota musical durante su metraje.
Sergio Berbel
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