Nada podía salir mal aunando tantos elementos positivos en el conjunto: si mezclamos la sensibilidad de la siempre apasionante cineasta valenciana Beatriz Sanchís, la “road movie” como mi género favorito, y máxime cuando se trata como un relato iniciático de una preadolescente, y además aúna unas interpretaciones prodigiosas de Samantha James Smith y, sobre todo y por encima de todos, de la joven Andrea Sutton con un derroche de matices perturbador en sus gestos y en su mirada, era evidente que “The Gigantes” se intuía un peliculón. La realidad lo confirma y hasta lo eleva hasta el cielo cinéfilo.

La directora de “Todos están muertos” ambienta esta joya (su segundo largometraje) en la Baja California y a ambos lados de la frontera entre los USA y México. Allí una joven preadolescente que se autolesiona y que no soporta más su vida ni a su familia necesita huir donde y como sea. En sus ansias de escapar, el destino la cruza con una mujer de 35 años hecha a sí misma que también huye de una deuda que no puede afrontar, de una vida sin horizontes y de una relación sentimental fracasada. Son dos perdedoras que decidirán, cada una por sus propios motivos que el espectador irá conociendo en sabias dosis, entregadas por un guión de la propia Beatriz Sanchís absolutamente soberbio, pasar la frontera a México para tratar de cambiar el rumbo de sus erráticas vidas.

Y la cinta sabe ofrecer todo lo que uno espera de una “road movie” iniciática de frontera, siguiendo con muchísima dignidad y calidad, la senda de obras maestras de la dimensión de “Luna de papel” de Peter Bogdanovich o “Fugitivas” de Miguel Hermoso, a las que nada tiene que envidiar “The Gigantes”.

Resulta apabullante la fotografía netamente fronteriza de Nicolas Wong para un alarde de sensibilidad, exquisitez, sabiduría, madurez, belleza, pulcritud y muchísimo sentimiento. Sin duda, otra obra maestra de Beatríz Sanchís.