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Voto de Sergio Berbel:
4
Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
21 de mayo de 2024
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Hay determinados elementos que hacen que el cine de Carla Simón y yo no conectemos de ninguna manera. Lo cual no quiere decir que no sea una buena cineasta, sino que sus propuestas las percibo mucho más dentro del género documental que del cine de ficción. Como testimonio real de una forma de vida rural que el capitalismo está asesinando impunemente, “Alcarràs” no tiene precio; como film de ficción, me resulta anodino, simple y pesado por no contener emoción alguna.

En una cinta de vocación coral, no me acaba interesando el arco argumental de ninguno de sus personajes. Todos me terminan resultando indiferentes, ninguno me cala ni me toca la fibra sensible. Para mí, el guión, de la propia cineasta catalana y Arnau Vilaró, es terriblemente plano, no formula ninguna encrucijada que me conmocione y me aburre a través de situaciones repetidas una y otra vez en sus insufribles 120 minutos de metraje, que bien se hubieran podido quedar en la mitad fácilmente.

Estéticamente, Carla Simón nunca me aporta nada con su caligrafía visual, ni me gusta la fotografía de Daniela Cajías. Profundamente deudora del cine documental, sus planos fijos y sus rutinarios movimientos de cámara me dejan indiferente. Recogen el testimonio de unos agricultores que quieren seguir siéndolo por más que la especulación urbanística, la llegada al pueblo de una empresa de placas solares y la extorsión a la que son sometidos por las cadenas de distribución de las grandes superficies lo conviertan en imposible. Esta diatriba ya la contó un dios llamado Rodrigo Sorogoyen en una obra maestra de la dimensión histórica de “As Bestas”.

Carla Simón nos muestra la dignidad de un proletariado luchando en guerra desigual contra el todopoderoso capitalismo. Pero eso ocupa un bajo porcentaje de la cinta; el resto, se centra en la vida de una familia anodina en torno a la que poco o nada pasa y cuyos personajes me terminan resultando bastante desdibujados. Simón consigue que “Alcarràs” me importe aún menos que “Verano 1993”. Tiene mérito.

En cuanto a su elenco actoral, tan absolutamente naturalista y no profesional, sin duda hubieran podido ser magníficos protagonistas de un documental, pero no de esta cinta de ficción, aunque sí destaco las aportaciones de la joven Xènia Roset y de la niña Ainet Jounou, que me despiertan del sopor generalizado en el que me embarca el film de principio a final.

Me resulta seriamente inexplicable el Oso de Oro conseguido en el Festival de Berlín en 2022 y sus 11 nominaciones a los Premios Goya de la misma edición. Este cine no es mi cine.
Sergio Berbel
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