Philip Kaufman: un tipo tan irregular como poco prolífico, con nueve o diez películas en cerca de cuarenta años, ñordos importantes incluidos. Pero ninguno tan glorioso como este “Giro inesperado”, tan inesperado, que no se lo esperaba ni él. Por si fuera poco, se rodea de un elenco-coñazo, igualmente destacable. A saber:

Samuel L. Jackson: hace unas tres mil películas al año, así que suele dar una de cal y 1.449 de arena; el resto es puro cemento, como su cara.

Andy García: un pájaro al que profeso una tan inexplicable como acendrada fobia personal. No puedo con él y no me creo sus papeles ni cuando interpreta a un cubano chulazo emigrado al país de Obama.

Ashley Judd: una chica que prometía pero que, tristemente, ha quedado relegada a interpretar papeluchos en pelis de tercera y series de televisión. Parece que está etiquetada con la monserga ñiña mona incomprendida con desajustes mentales. Ya me aburre.

Y el argumento:

Una poli buenorra de entrepierna fogosa y agrio carácter empieza a toparse con una ristra de cadáveres a los que, pura casualidad, acababa de pasarse por la piedra. Cuando estaban vivos, eso sí. La necrofilia hubiese sido demasiado incluso para Kaufman. Por el medio, un veterano poli-guía espiritual que le aconseja en todo momento (Jackson), otro poli también talludito pero que además se la quiere zumbar (García), y un psiquiatra, interpretado por David Strathairn, para darle un toque freudiano a la cosa. La trama comienza siendo pasable, para terminar traspasando la frontera de lo verosímil y caer directamente en lo ridículo.