Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de OsitoF:
3
Drama En el Sur del planeta, el nivel de las aguas está subiendo vertiginosamente y todos los diques se hunden. Al mismo tiempo, los animales salvajes vuelven de sus tumbas. Esta es la historia de una niña de seis años que vive con su padre en un lugar aislado del mundo. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya algunos años, en una crítica de la película “Eragon” en un medio digital de renombre (creo que era El Confidencial, estoy casi seguro), se me quedó grabada una sentencia bastante cruel acerca del autor de la saga, Christopher Paolini, quien la habría supuestamente escrito con apenas dieciséis años (aunque posteriormente se aclaró que la había empezado a escribir con quince años y publicado con algo menos de veinte, que también tiene su mérito). La frase en cuestión venía a decir que era la obra propia de un chaval con bastante más imaginación que amigos y recuerdo que me dejó el mismo mal cuerpo que si hablasen de mí. No he leído los libros, pero la película pintaba una trama que era un refrito mal disimulado de Tolkien, Dragones y Mazmorras, la Dragonlance y seguro que muchas otras obras de literatura fantástica juvenil, plagado de convencionalismos y agujeros de guion. La valoración general negativa era, sin duda, merecida pero el ensañamiento con el chaval tenía un punto de desprecio envidioso que me cabreó por injusto y gratuito. En cierto modo, empaticé con el chaval, porque todos los que hemos leído ficción juvenil nos hemos creado nuestro propio universo, y me pareció muy valiente que hubiese perseguido su sueño de verlo impreso. Además, en general, era una obra en la que se veía esfuerzo e ilusión a la que lo único que le faltó fue caer en manos de un editor competente o un productor más escrupuloso para pulir los defectos y no llevar a la pantalla cualquier cosa por el mero hecho de «estar creada por un adolescente»

“Bestias del sur salvaje” me deja la misma sensación de batiburrillo incoherente, pero carente de los atributos de esfuerzo y pasión de “Eragon” y, además, con fundamentos menos sólidos. Como si “Eragon” fuese un fan-fiction de “El Hobbit” y “Bestias del sur salvaje” la adaptación libre de un reportaje de activismo climático y social del suplemento cultural de Lo País dirigida por un admirador de Terence Mallick: una apocalíptica fantasía ecoguay que fusiona parafernalia mágica sobre el trasfondo de “Mad Max”. Una distopía alegórica de digestión tan pesada como su discutible filosofía y llena de confusas soflamas en pro de una especie de justicia social y una vuelta a una naturaleza muy básica de la que sólo muestra su cara más amable: si todos vivimos en cuevas andrajosas, no habrá envidias ni rivalidades… ¿a quién le importa que no haya agua corriente o que haya que volver a cagar en agujeros?

No tengo ninguna duda de que su autor (otro jovenzuelo de treinta años al que esta vez no masacraron como al creador de “Eragon”) ha quedado complacido con el resultado y está convencido de que ha puesto su granito de arena para denunciar la existencia de desigualdad, la presencia de pobreza y para proclamar con toda la fuerza de los 90 minutazos de metraje que tenemos que cuidar la ecología porque no tenemos un planeta B. Tampoco tengo ninguna duda de que la película no dice nada que no encuentres en las secciones de Salud o Medio Ambiente de cualquier medio escrito progresista, pero con un tono más solemne, un envoltorio más hortera y una historia desquiciantemente ridícula que, bajo la apariencia de aventuras mitológicas y odiseas urbanas, evoluciona con una espesura rayante en la viscosidad a base de metáforas infantiles, paralelismos sesgadísimos y alegorías tramposas.

Hay películas que veo con otros ojos según el momento vital o las circunstancias personales, pero no se me ocurre ninguna posibilidad de que ver este truño una o treinta veces vaya a cambiar mi percepción de que me quieren vender una moto estropeada. No, “Bestias del Sur salvaje” no busca la verdad oculta en lo simple y directo de la mirada de un niño, sino embaucar al que se deje y hacerle sentir culpable de discriminación racial, de negacionismo ecológico o de las dos cosas. Con todos sus defectos, me quedo claramente con una “Eragon” que va a lo suyo, no da la chapa y se entiende bien.
OsitoF
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow