Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de OsitoF:
2
Drama En 1934 Diego Padilla gana el campeonato de España de ajedrez y conoce a una periodista francesa, Marianne Latour, de la cual se enamora. Pasados los años Marianne convence a Diego para que junto con la hija de ambos se vayan a vivir a Francia, donde poco tiempo después Diego será acusado de espía por los nazis y encerrado en una prisión de las SS. En la prisión, Diego intentará sobrevivir en un entorno hostil gracias a la afición al ... [+]
7 de febrero de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El jugador de ajedrez” pertenece a los últimos coletazos de esa etapa del cine español que se empeñaba en hacer películas «de la Guerra Civil» y, concretamente, a la variante en la que la guerra se metía con calzador de manera absolutamente innecesaria, casi por comodidad, por vicio o por pura ideología. Y también, de paso, como coartada de películas mediocres para amortiguar merecidas críticas. Realmente, casi todo en “El jugador de ajedrez” es una gran mentira. Su trasfondo guerracivilista no es más que un adorno, una distracción, como el mismo ajedrez de su título. La historia de Diego Padilla, el ajedrecista perseguido por Franco primero y por los nazis después (el muchacho tuvo poco ojo eligiendo París como lugar de exilio) daría para un argumento exactamente equivalente cambiando la Guerra Civil por alguna guerra carlista y el ajedrez por la brisca.

Es cierto que la película sale ganando en el terreno escenográfico, permitiendo presumir músculo técnico con atrezzo de época o localizaciones cosmopolitas y glamourosas que de otro modo sería imposible incrustar en el guion. Pero no es menos cierto que Luis Oliveros y su equipo se muestran incapaces de sacarle partido y construir una ambientación creíble, con indumentarias (civiles y militares) tan nuevas e impolutas que parecen todos salidos de la tienda de disfraces. Lo mismo pasa con los palacios que hacen de cuarteles ocupados por los nazis: no hay rastro de actividad en ellos, más allá de un par de figurantes, y están recién pintados como si algún museo hubiese cedido el espacio para el rodaje y tuvieran que dejar todo en el mismo estado que lo encontraron. Lo de las celdas es particularmente llamativo, no hay apenas luz pero sí una pulcritud general que hace pensar en un servicio diario de habitaciones para los condenados: sólo la sala de interrogatorios sigue los estándares del género que indican que debe haber un grifo goteando y una bombilla parpadeante.

Si el contexto histórico en el que se desarrolla el “El jugador de ajedrez” flojea en credibilidad, el argumento no es de los que dejan huella con un rocambolesco melodrama donde las coincidencias y las casualidades juegan sus papel para llevar la historia hacia donde alguien ha pensado o hacia donde ha podido con unos ingredientes impuestos (casting, ajedrez, Guerra Civil, nazis…) que claramente han condicionado gran parte de las decisiones narrativas. Hablando del casting, otro lastre. No quiero cebarme con Marc Clotet, pero no estaba preparado para ese papel. Sus miradas fruncidas y su entonación teatral, se cargan el único aliciente de la película: las partidas de ajedrez que pierden la poca intensidad que una poca inspirada dirección había sido capaz de lograr. De provocar sentimientos, ni hablamos, pero ahí también tiene mucho que decir la extraviada frialdad de una Melina Matthews que roza la sociopatía. Dando por hecho que ha habido un proceso de selección, la decisión de hacer cargar el peso de la película sobre esa pareja sólo se puede calificar de extravagancia. Sobre todo contando con un Alejo Sauras en el reparto que es varias veces mejor actor que los dos juntos.

Aburrida. A ratos mala y a ratos pretenciosa. Las pocas veces que quiere salir del tópico se pone incluso peor.
OsitoF
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow