Regresa Neil Jordan a uno de los géneros que ayudaron a encumbrarle, la ciencia ficción vampírica, pero con menos presupuesto, una base literaria menos sólida y, en general, unas ideas menos claras que son, sin duda, el gran lastre de “Byzantium”. Obviamente, es innegable rodar “Entrevista con el vampiro” partiendo del best-seller de Anne Rice te adelanta gran parte del trabajo y te asegura una cierta calidad lírico-literaria. Por otro lado siempre es mejor que sobre pasta a que falte, pero a estas alturas Jordan tiene la suficiente experiencia tras las cámaras y en el manejo de la producción como para hacer brillar lo que sale en pantalla sin hacernos dudar de la solvencia económica de la película.

Con lo que no puede hacer nada es con un libreto construído con poca sutileza en torno a un único argumento, el empoderamiento femenino en el mundo de los no muertos. Pero que no se me entienda mal, es un argumento que, de por sí, no tiene nada de malo… siempre que se intente hacer algo interesante y no simplemente soltar el mensaje de que las mujeres pueden ser vampiros con los mismos derechos y oportunidades que los varones, cosa que nadie pone en duda. El guion de Moira Buffinni carece de habilidad en ese sentido y parece estar escrito con poca imaginación para crear un desarrollo creíble que una las ideas genéricas procedentes del brainstorming de planificación y los prerrequisitos de la productora («romance juvenil», «amor materno filial», «inmortalidad», «película de época»,...) llevando la película hacia un melodrama poco afortunado plagado de agujeros, casualidades y conveniencias.

Bien en el plano técnico y con un elenco fuera de toda duda con su competencia británica, Jordan consigue, a ratos, sumergirnos en un submundo de las tinieblas que evoluciona de manera verosímil desde el siglo XVIII hasta nuestros días, pero en cuanto los personajes empiezan a interactuar, el argumento hace aguas de una forma que “Crepúsculo” parece un documental. Me resulta más creíble el personaje de Bella, su amor por Edward y sus luchas por la supervivencia que los devaneos de Eleanor y Clara, llenos de giros imposibles que llevan “Byzantium” a esa frontera en la que la indiferencia empieza a convertirse en aburrimiento.