En plena moda del cine de superhéroes, cuando bastaba con adaptar a la gran pantalla cualquier cómic para reventar la taquilla, el insufrible y sobrevalorado Seth Rogen encontró la manera de traer la mediocridad al género y se sacó de la manga este insípido Avispón Verde. Al hecho de que, reconozcámoslo, el Avispón Verde no es (merecidamente) el superhéroe más atractivo, se añade que la película adolece de un guion en condiciones y de una interpretación digna de ese nombre y ambos problemas tienen un nombre, Seth, y un apellido, Rogen.

Pero vayamos por partes. ¿Quién es este Avispón Verde? Pues es el producto típico de los años 30, un superhéroe sin poderes reales más allá de su inteligencia, fuerza y dinero que se hizo cómic, luego serie de radio, luego serie de TV y finalmente se fue apagando lentamente hasta desaparecer como desaparecen las grandes franquicias, dejando paso a los nuevos conceptos con el buen sabor de boca de quien supo aprovechar su momento y retirarse con discreción. Luego, desgraciadamente, siempre hay gente que no deja descansar a los muertos y se empeña en montarles homenajes que nadie les ha pedido - que raramente acaban bien - o que, directamente, tratan de aprovecharse de su memoria por motivos puramente económicos. En el caso concreto de “El Avispón Verde” creo que los motivos van más en la segunda línea que en la primera, con todos los grandes nombres del cómic pillados por las grandes, ha habido que rebuscar en el panteón de héroes y han encontrado a este pobre infeliz. Luego han hecho de la necesidad, virtud y lo han vendido como un intento de reivindicar su figura, la nostalgia sesentera y demás, pero no creo que nadie se lo haya tragado.

Al margen del más que discutible atractivo del personaje, una especie de inspector Clouseau con estética de Llanero Solitario, en la parte argumental “El Avispón Verde” fracasa en la tarea fundamental de presentar un episodio cero atractivo y convincente, principalmente porque se limita mapear al formato cine los elementos de la serie original de los años sesenta. Si analizamos los casos de éxito de Marvel o DC, los Thor, Ironman o Capitán América son esencialmente los héroes de siempre, de los que se identifica un núcleo de elementos característicos que les hacen ser lo que son que se mantiene inalterado, pero todo lo demás que les rodea ha sido adaptado a los gustos y capacidades de los espectadores contemporáneos, que demandan una narración ágil y efectos digitales de hoy en día. “El Avispón Verde”, por contra, es el mismo paladín de entonces, con la misma estética de entonces, el mismo humor fácil de entonces y las mismas aventuras simples de entonces, con una acción muy light en la que las peleas son de mamporros, los tiroteos de indisimulado fogueo y las persecuciones de poca enjundia.

Así que hemos pagado los 9 euros de la entrada y tenemos un episodio largo de una serie de mediados del siglo pasado… ¿qué puede empeorar eso? Efectivamente: Seth Rogen haciendo de protagonista. Seth Rogen es, posiblemente, un guionista competente y un cómico discutible, pero es un pésimo actor… en la medida que se pueda llamar ‘actuar’ a lo que hace, que no es otra cosa que evolucionar por las escenas como alguien acostumbrado a monologuear en “El Club de la Comedia”. Es un tío cuyo concepto de cine, independientemente de la película en la que participe, consiste en ser el gordito simplón que da réplicas sarcásticas y hace juegos de palabras a lo que dice el protagonista real. En mi opinión, es un cortarollos, el tío que cae mal y con el que no te ríes aunque seas consciente de que lo que ha dicho es gracioso, pero algún día me extenderé más sobre ese concepto. En lo que se refiere a su desempeño en “El Avispón Verde” baste decir que si como secundario gracioso es cargante, como protagonista es lo contrario al clímax. Así que la película termina viviendo en una monotonía constante de respuestas irónicas y gracietas de Rogen hacia sí mismo sin nadie realmente al volante de la película.

El indiscutible presupuesto en efectos especiales, alguna afortunada risa esporádica y la labor de secundarios de nivel como Cameron Diaz, Edward James Olmos o Christopher Waltz salvan a duras penas un producto que a duras penas se mantiene por un par de puntos por encima del pufo.