“Eden Lake” pertenece a una tendencia en el cine de terror propia de la primera década del siglo XXI, cuando Hollywood remakerizó la “Funny Games” original de Haneke y descubrió alternativas a las estructuras típicas del género. En líneas muy generales, los habituales asesinos en serie, monstruos, bichos y alienígenas fueron reemplazados por sociópatas; el eje de la película pasó a ser la tortura (no los susto y sobresaltos) y los protagonistas dejaron de luchar por su supervivencia con bastantes posibilidades de éxito a tratar de resistir el dolor todo lo posible con pocas esperanzas. Si ya de por sí el género no es de mis favoritos, las películas de esta etapa me han resultado siempre tan aburridas como desagradables.

En este contexto “Eden Lake” no es particularmente brillante y no resuelve una de las grandes inconsistencias del género: ¿cómo metemos a un grupo de gente normal, en la sociedad actual, a sufrir violencia por parte de unos tarados sin que la cosa resulte forzada? Vale que ciertas políticas recientes en materia de inmigración unidas a una legislación excesivamente garantista están conduciendo a una inseguridad general cada vez mayor, pero lo normal (por suerte) es que los delincuentes sigan buscando alguna clase de beneficio en sus crímenes, evitan actuar abiertamente y (por la cuenta que les trae) no usan más violencia de la necesaria. Así, con un poco de cuidado, sigue siendo posible minimizar las posibilidades de conflicto. Cuidado, no digo que no tengas derecho a ir por cualquier sitio, chungo o pijo, vestido como quieras o usando un iphone si te da la gana; ni digo que si te pasa algo es culpa tuya por alardear… lo que digo es que la realidad es la realidad y que, desgraciadamente, hay gente mala y no hay ni puede haber un policía en cada esquina para defenderte, por lo que la prudencia y el sentido común son siempre más que recomendables por mucho que nos quieran vender que tenemos derecho a todo. Así que que cada uno haga lo que vea más conveniente pero, digan lo que digan, creo que lo mejor es prevenir antes que lamentar.

No es el caso de “Eden Lake”. La película los coloca justo en el camino de un grupo de zumbados de esos a los que se la sopla el orden y la Ley. Ya he dicho que no es el modelo más frecuente de criminal, pero podemos aceptar que es posible que Fassbender y su pareja tengan mala suerte y vayan a topar con ellos en el peor lugar (un lago dejado de mano de Dios) y momento posibles. Lo que ya no convence tanto es que es posible contar al menos tres instantes en los que nuestros desventurados protagonistas tienen la oportunidad de evitar la confrontación usando simplemente un poco de sentido común. Y, una vez que ha empezado el turrón, también pueden retirarse con daños mínimos pero se empeñan una y otra vez en no reconocer que están solos en medio de un puto bosque y que es mejor salir de ahí cuanto antes. Al fin y al cabo, el bosque es de todos y el derecho de libre circulación está ahí… para defendernos A POSTERIORI.

Si consideramos que el objetivo de esta clase de producciones es dejar mal cuerpo, “Eden Lake” se podría considerar un éxito ya que crea mal rollo tanto en el plano visual, con sangrientas y dolorosas escenas, como en el argumental, con los protagonistas tomando todas las decisiones erróneas (junto con alguna conveniencia del guion) para no salir de los atolladeros y mantener la sangría. En cierto modo, es positiva la falta de simpatía que despiertan un Fassbender en uno de sus peores papeles y la chica, ayudando a llevar la película con cierta perspectiva aséptica. Tampoco en todo lo demás, la película aporta nada. No hay mensaje. No hay una explicación a tanta desgracia. No hay una intriga que resolver o un secreto que descubrir. Todo es sufrir por sufrir. No hay nada detrás de una lucha por sobrevivir un minuto más y afrontar el siguiente drama.

No apta para gente sensible ni paladares finos ni gente con dos dedos de frente.