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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
3
Comedia. Thriller Un guionista (Colin Farrell) busca inspiración para su próximo trabajo, en el que dos excéntricos amigos (Sam Rockwell y Christopher Walken) planean secuestrar a un perro. El asunto se complica cuando el animal de compañía de un mafioso desaparece. (FILMAFFINITY)
13 de octubre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo malo de escribir una crítica mucho tiempo después de ver la película es que las sensaciones tienden a atemperarse, a moderarse. Es un poco como lo que contaba John Benjamin Toshack, aquel galés vividor que entrenó al Real Madrid de fútbol en dos etapas. Más charlatán que trabajador, solía proporcionar jugosos, controvertidos y poco reflexivos titulares a una prensa deportiva que le adoraba por ello. Su primera etapa, con un equipo rodado y experimentado, fue razonablemente exitosa y sus patochadas dialécticas se tomaban con cierta gracia como una forma de aliviar la tensión cuando venían mal dadas. La segunda etapa, con un equipo en declive, fue lo esperado: sus anticuados métodos sólo agravaron la situación y sus chascarrillos, en ese contexto, sólo hacían más dolorosa la agonía. Uno de ellos, el que aplica a esta crítica, llegó cuando ya buscaba a calzón quitado el despido y la indemnización, y se lavaba descaradamente las manos tras cada desastre deportivo echando sin rubor la culpa a los jugadores. Venía a decir que, efectivamente, si por él fuera, el domingo, tras un partido perdido, echaría a los once jugadores responsables porque ni uno se salvaba. Pero el lunes, tras consultarlo con la almohada, veía las cosas con otros ojos y consideraba que al portero lo habían dejado vendido y que el delantero no había podido hacer nada porque no se la pasaron. El martes, tras verles entrenar con buenas maneras, exculpaba al lateral derecho y al medio centro porque habían hecho lo que habían podido. El miércoles entendía que el central izquierdo y el extremo derecho habían tenido mala suerte… y el domingo terminaba volviendo a jugar con «los mismos once cabrones de siempre».

Fue su penúltima bravuconada. Con otra derrota más y una frase que no recuerdo literalmente sobre un cerdo volando sobre el Bernabéu consiguió su objetivo de un cese rápido, un nutrido finiquito y a disfrutar de los campos de golf. Con la críticas retrospectivas pasa algo parecido. Terminas una peli indignadísimo porque ha sido una pérdida de tiempo, pero el tiempo hace de bálsamo y, cuando te pones a escribir, las cosas nunca son tan malas como las recordabas, en plan «el director hizo lo que pudo», «tal interpretación tenía un pase» o «por lo menos los trajes eran de época».

No me pasa eso con “Siete psicópatas”: sigo sintiendo hoy la misma decepción y las mismas vibraciones de pufo que cuando la vi hace ocho años: una película basada en acumular personajes y actores conocidos para hacerles vivir toda clase de historias disparatadas en medio de cháchara incesante y parloteo de saturación. Los cabrones (actores, director y guionista, no se salva ninguno) de 2014 siguen siendo los mismos cabrones de 2022, no se salva ninguno. Una comedia negra con toques de acción, asesinatos y un montaje frenético que corta y pega tramas en el espacio y en el tiempo, intentando seguir recetas tarantinianas pero sin un fin claro y con las ideas muy difusas. Como si tuviese muy claro cómo quiere contar una historia, pero no sabe qué historia quiere contar, así que trata de tener las piezas todo el rato en movimiento para no dar la oportunidad de pensar qué está pasando o a dónde va todo esto. Las tramas se entrelazan con finura y las escenificaciones están perfectamente orquestadas, un ejercicio técnico primoroso pero “Siete psicópatas” se olvida del espectador: si se quiere subir al carro, que se suba; si quiere entender la historia, que ponga de su parte y si quiere formar parte de su finísimo humor, que venga reído de casa.

Vacía de contenido y de historia, se cree más inteligente y divertida de lo que realmente es. Lo apuesta todo a un formato que ya está muy trillado y no sorprende, dejando ver sus costuras y sus oquedades debajo de su colorida superficie.
OsitoF
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