Conociendo las trayectorias de Giovani Ribisi y Toni Colette, el hecho de que figuren en lugar destacado del reparto hace sospechar de que “The dead girl” va a ser una historia rara, oscura y extrema. Las sospechas se confirman aproximadamente en el minuto cinco, cuando los personajes han sido presentados y, lejos de permitirles hacer de “gente normal”, se les obliga a interpretar a lo más raro de lo más marginal de la sociedad.

Afortunadamente, dejando a un lado a Giovani y Toni haciendo lo de siempre (ojo, que lo bordan y no lo digo como algo negativo), la película es variada y relativamente original: variada, porque consiste en cuatro o cinco historias individuales unidas por una trama común que les da cohesión y original porque lo hace con una enorme simpleza que es de agradecer.

Pues sí, es que yo ya estoy cansado de las típicas películas con tramas que parecen independientes pero que en el fondo están rebuscadamente enlazadas y que al final, inevitablemente, tienen todas la misma moralina final de que nadie es del todo bueno ni del todo malo. No es que crea que son malas ni que no me gusten, pero me da la sensación de que debajo de todas las buenas intenciones o del mensaje social o antirracista o de lo que toque hay un intento de buscar el aplauso y el lucimiento, como si el director o los guionistas pretendiesen deslumbrar con lo capaces que son de hilvanar varias historias o dar varios recontragiros sorprendentes.

En este sentido “The dead girl” es simple porque las historias no están enlazadas, sino que son varios fragmentos secuenciales e individuales con distintos puntos de vista sobre un hecho en particular. Sin juzgar ni resultar equidistante, pero absteniéndose de pretender dar un mensaje final… se trata simplemente de contar varias historias y punto. Sin alardes y aún así bien rodada, con el punto exacto de tragedia pero sin recrearse en el morbo, bien interpretada y, sobre todo, despierta interés por el qué vendrá a continuación.