Cuando hablamos de películas desgajadas de series juveniles de TV, lo normal es que vengan a la cabeza dos escenarios (ninguno particularmente prometedor): episodios largos que se estrenan en salas mientras la serie sigue viva con el fin de ordeñarla un poco más en taquilla y broches finales a modo de homenaje estrenados varios años después, con los protagonistas ya maduros y que, a modo de reencuentro, viven una última aventura mientras sacan a los seguidores de la incertidumbre de ver qué ha sido de sus vidas. Aunque la peli de Veronica Mars, con origen en la serie homónima, pueda tener trazas de ambas posibilidades, lo cierto es que, afortunadamente para ella, tiene personalidad propia.

Si bien es cierto que “Veronica Mars” vio la luz varios años después de la abrupta cancelación de la serie con el fin de darle a la producción un final decente, el hecho de que se financiase con crowdfunding descartaría un móvil económico. Además, la rapidez (dos días apenas) con lo que los seguidores cubrieron los dos millones de dólares requeridos por el estudio para ejecutar el proyecto, confirma con una certeza pocas veces vista que realmente existía una demanda popular. Por su parte, la película afrontaba el desafío de, dada su propia cronología, tener que alejarse del concepto juvenil de la serie y reinventarse con una protagonista a punto de salir de la facultad y lo resolvió con una facilidad pasmosa en una producción, en principio, tan limitada. De manera enormemente natural, “Veronica Mars” logra generar una historia seria y madura, algo neutra pero interesante, con guiños y toques de humor y que, sin perder su coherencia e identidades propias, va atando cabos y echando el cierre a todos los personajes y tramas de la serie.

En términos de relación calidad-precio, “Veronica Mars” arroja un balance enormemente positivo, es un cierre más que digno cierre al producto, una gran muestra de respeto a sus seguidores y deja un buen sabor de boca a los no seguidores. Superior a muchas producciones de su categoría.