Hay dos frases que me gustan mucho del Pérez Reverte columnista. Una la recuerdo perfectamente y dice, palabra arriba o abajo, que si juntas cien ignorantes con un fanático tines, automáticamente, ciento y un hijos de puta. La otra la recuerdo peor y viene a decir, a cuento del diferente tratamiento que se hace en nuestro país de su cultura respecto a otros estados, que si Shakespeare hubiese nacido en España su casa sería habría sido ya recalificada como parking o un Burguer King (por si alguien no ha ido a UK, allí todo lo que rodea al gran William, ya sea real, medio certificado o directamente inventado, está explotado con toda clase de imaginativos mecanismos). Tiene variantes, y creo que también ha dicho que si Cervantes hubiese nacido en Gloucester o La Mancha estuviese en Yorkshire, encontraríamos escenificaciones de El Quijote en cada esquina.

Si alguien tiene dudas, que busque alguna visita guiada por Madrid, a ver cuántas profundizan en lo que rodea al Barrio de las Letras. O mejor, que haga alguna a ver cuántas referencias hay a tablados flamencos y centros comerciales y cuántas al Siglo de Oro. Lo mismo se podría decir en el ámbito audiovisual. A ver quien me explica por qué en RTVE no hay una serie sobre Lope de Vega. O, mejor, de varias temporadas sobre la literatura española del siglo XVII con interacciones entre todos los poetas que vivían en Madrid en apenas unas manzanas. ¿No tendría la BBC una serie para cada literato?

En cierto modo, esta película de “Lope” me hace sentir agradecido de que seamos tan superficiales con nuestra cultura. Si esto es lo mejor que éramos capaces de ofrecer hace una década (ahora es peor, con ideología de por medio), pues casi mejor que descansen todos ellos en paz y que el que quiera algo de ellos, que se busque la vida. ¿De todos los aspectos de la intensa biografía de Lope de Vega, de verdad que no han sido capaces de alumbrar otra cosa que un inventado triángulo amoroso juvenil? No sé. Hay que ser muy corto de miras (de entendederas ya ni hablamos) para no ser ni capaz de ir a la wikipedia y sacar algo de ahí y, en su lugar, crear una trama del nivel “Al salir de clase” protagonizada por Lope, Doña Isabel y Doña Osorio como podría estar interpretada por el Richard, la Yessi y la Vane.

Como relleno de ese sainete, la trama da vueltas para un lado y para otro buscando colocar con calzador una cabalgata con atrezzo sobrante de “Alatriste”, un duelo para que se luzcan los especialistas o un diálogo con terminología de la época («vuestra merced», «a fe mía que sí» y otros topicazos random). No cuela. La peli solo va de cuernos por aquí y requiebros amorosos por allá. Y con el lastre de una Alberto Amman muy, muy verde (luego se ve que hizo algún curso y le cogieron para alguna temporada de “Narcos” que aun no he visto) que sólo es capaz de responder a las interpretaciones de nivel de López de Ayala y Watling con ojitos y morritos. Es más el caballero de la triste figura que el Fénix de los Ingenios y resume en su persona el espíritu de una producción tramposilla.