Luc Besson es un hito del cine francés. Hay un antes con películas como “Fóllame”, “Ma mere” y “Olivier, olivier” y un después con obras suyas como “El quinto elemento”, “León” o “ Nikita“, que ha servido de punto de partida para que el cine francés saliera de sus insufribles coñazos intimistas y se lanzara al cine extrovertido, alegre y atrevido que proponen obras como “Distrito 13”, “Delicatessen”, “Taxi” o “El pacto de los lobos”, películas desiguales y con diverso éxito (ni antes eran todo truños ni ahora son todo obras maestras), pero distintas, sin más limitaciones que la imaginación, sin miedo ni complejos, películas que te atraen sin reparos a ver qué te cuentan. Luego pueden estar mejor o peor, divertir o decepcionar, pero ya no queda esa sensación de estar viendo películas deprimentes que se regodean de enseñarte lo peor de la vida.

Volviendo a Besson, “Adele y el secreto de la momia” lleva su firma por todas partes, especialmente en el arranque (frenético, con la habitual obsesión para contextualizar el escenario en cinco minutos sin dejar ni un cabo suelto y pasar cuanto antes al meollo, a lo importante); en la caricaturización de los personajes (siempre exagerada, siempre amable), en la agudo sentido del humor (a veces pienso que es el único director francés capaz de parodiar el cine de ese país); en el final capaz de dejar contento a todos los espectadores independientemente de su edad, sexo o religión; en el desbordante ingenio para mezclar momias y animales prehistóricos en una misma película sin caer en el ridículo; en la sutileza para mostrarnos los pechos de Adele de manera totalmente gratuita; en la creativa utilización de los efectos especiales como un medio y no como un fin; en la forma de entremezclar cinco tramas y que converjan sucesivamente en los momentos más sorprendentes; en… bueno, en todo. Es una película de Luc Besson y de las buenas, de las que parecen infantiles y luego te sorprenden y entretienen.

La parte mala es que… no, no hay parte mala, simplemente que o mucho me equivoco o lo normal es que dentro de unos meses Hollywood haga su particular versión con más presupuesto, más estrellas (apostaría por Angelina Jolie), más exteriores, más postproducción digital, más chistes malos… y la mitad de simpatía. Al tiempo.