Le costó mucho a Katherine Heigl desencasillarse de su estereotipo de adolescente buenorra en producciones de segunda clase hasta que se le apareció la Virgen cuando le ofrecieron su papel en “Anatomía de Grey”. Contra pronóstico trascendió su personaje de doctora florero hasta ser un referente dramático y, para no encasillarse, abandonó la serie cuando estaba eclipsando al resto del reparto… únicamente para encadenar toda un repertorio de comedias románticas de todo tipo que la han encumbrado como nueva reina encasillada de ese género. La hemos visto en comedias románticas de acción, de enredos, con drama, ñoñas, sin drama… y ahora la vemos en otra de enredos zafios que tiene cosas que ya nos resultan familiares.

A ver, de inicio, los créditos y el teaser nos hacen ver explícitamente que la película opina que las mujeres tienen el amor/corazón en la cabeza y los hombres en la entrepierna (guau, que derroche de creatividad) y para ser más exactos… ¡Zas, EN LA POLLA! Porque sí, amigos, si hay algo que caracterice y sorprenda en esta “La cruda verdad” es que pone en boca de actores supuestamente serios chocantes obscenidades que no bajarían el listón de “Torrente 4”. Curiosamente, las críticas a “Torrente 4” van acompañadas de adjetivos como ‘zafio’ o ‘gratuito’ mientras que aquí he leído cosas en la línea de ‘atrevida’. Supongo que las groserías americana huelen menos y que los diálogos cerdos en boca de actores guapos se convierten simplemente en ‘picantes’.

Por otra parte tenemos nuevamente a Katherine intentando meterse en el papel de una chica que no consigue encontrar novio porque los hombres la evitan… novedoso no es y verosímil tampoco. En la trama, el único hombre que se le acerca es un rudo, pero con las ideas claras y de buen corazón, Gerard Butler con el que tiene acalorados encontronazos sobre el amor, la pareja y el sexo. ¿Cómo acabará la cosa? Cualquiera sabe, o sí, pero sea como sea “La cruda verdad” pasa por los lugares comunes por agilidad, tiene momentos divertidos y se agradece que haya intentado dejar un puntazo cómico para la historia similar al orgasmo fingido de Meg Ryan o el semen en el pelo de Cameron Díaz. No creo que esté a la altura, pero el intento ha sido bueno.

No sorprende, pero es colorista, dicharachera y agradable de ver. Haced caso de las indicaciones de edad y no se os ocurra verla con niños delante.