Ignoraba que me enfrentaba a otro biopic, pero así fue. Desconocía la vida y obra de Maud Lewis, esa pintora naif a quien la vida trató duramente, con una artritis reumatoide que la atormentó hasta el fin de sus días. La película sigue su periplo vital desde que su hermano la entrega a los cuidados de su tía, una mujer autoritaria y amargada, su posterior conversión en la mujer de hacer faenas de un rudo pescador, y el descubrimiento de sus dotes para la pintura. El guión pone el énfasis en la condición de "outsiders" de ambos personajes, aislados de la sociedad debido a sus peculiaridades, y que encuentran refugio el uno en el otro. La película se apoya sobre todo en la interpretación de la pareja protagonista: Sally Hawkins, condenada a papeles de persona rara por su peculiar físico, se entrega a la causa con denuedo, sin caer en tentaciones de sensiblería en ningún momento. Ethan Hawke, imponente, cada día mejor, como el buen vino. Preciosos escenarios naturales sitúan el marco de la historia, si bien no pudo rodarse en los verdaderos lugares donde vivió la pareja por imperativos económicos.
Una cinta bastante desconocida, pero a la que vale la pena dar una oportunidad.