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España España · Madrid
Voto de Charles:
2
Drama. Romance Es 1953, Kilian abandona la montaña oscense para emprender con su hermano un viaje a Fernando Poo, una antigua colonia española en Guinea Ecuatorial. Allí les espera su padre, en la finca Sampaka, donde cultiva uno de los mejores cacaos del mundo. En la colonia descubrirán que la vida social es más placentera que en la encorsetada y gris España, vivirán los contrastes entre colonos y nativos y conocerán el significado de la amistad, la ... [+]
3 de enero de 2016
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la clase de película que es imposible juzgar.
De hecho, es la clase de película en la que están tan entretejidos sus (mínimos) aciertos y sus (garrafales) errores que uno no duda de que pertenece a una industria tan encorsetada, presa de sus éxitos y sus fracasos, merecidos o no, como la española.
Una industria que tan pronto es capaz de lo mejor como de absolutamente lo peor.

Valga mencionar que esta historia no es "lo peor" absolutamente, claro.
'Palmeras en la Nieve' tiene su fuerza en una ambientación increíble, que logra retrotraer al público a esa Guinea Española, cargada de milagros, que durante un tiempo se abrió a todas las ilusiones que la habitaron. Un verdadero paraíso, que logró desterrar la nieve de los huesos de aquellos colonos que se atrevieron a partir en su busca.
Una magia especial rodea a toda esa clase de sitios donde parece que nada está vedado: los afectos quedan lejos, seguros, y los placeres se quedan cerca, también seguros pero callados. Lo que era un paraíso físico también es un "paraíso moral" por así decirlo.

Entonces, de una esforzada Adriana Ugarte descubriendo su pasado familiar pasamos a un Mario Casas que lo muestra. Y lo siento, no hay manera.
Abro paréntesis: Sylvester Stallone nunca fue gran actor, creo que todo el mundo lo sabía, y él también. Así que en un alarde de valentía se fabricó la película a su medida, luchó con uñas y dientes para protagonizarla, y demostró a todos que nadie como él podría dar vida a boxeador perdido en sus miserias. No solo eso, sino que consciente de su triunfo efímero, rentabilizó su marca y se convirtió en indispensable, poniendo en marcha películas que solo podría protagonizar él, y a día de hoy sería justo decir que cuenta con un cierto cariño, duramente ganado, en el corazón de cualquier cinéfilo.
Valga este ejemplo, sin apenas conexión, para mostrar lo que sería lo contrario a Mario Casas: un actor que se ha abierto camino, gracias primero a su estampa, y después a una inteligente elección de papeles que le hacen perfecto para 'Las Brujas de Zugarramurdi' o 'Tres Metros sobre el Cielo'. Pero no para hacer de un joven colonial de la Guinea de los 70.
Sería injusto achacarle a él la responsabilidad de decir "no" cuando probablemente esté la productora detrás desembolsando dinero por él, pero es que hay que saber decir "no". Porque de la otra manera se condena el trabajo de millones de técnicos, operarios... etc, recreando un pasado histórico al más absoluto de los ridículos cuando se pone delante a una cara que ni da el pego ni conecta con el resto de la historia que se nos cuenta. Puede que el chico dé los resultados en taquilla que se esperan, pero qué triste aspirar solo a eso haciendo del esfuerzo artístico papel mojado: eso también es la "Marca España", y de la mala.

El resto palidece ante esa decisión de casting cuestionable: la supuesta épica queda forzada, el romance absurdo y el dolor es ridículo.
La suspensión de incredulidad salta por la ventana cuando se ve que Kilian no parece fuera de lugar porque así se escribió, sino porque el actor no puede transmitir nada más. Es de hecho al principio, donde esa cualidad quedaría mejor, donde están los mejores momentos de esta saga familiar, entre anhelos y pasiones desencontradas que no acaban de encontrar su lugar entre Guinea y España.
Pero, incomprensiblemente, los personajes van desapareciendo hasta que todo queda en un romance rancio y sin interés: como si lo que nos han contado hasta el momento fuera solo contexto. Mal contexto, de hecho, explicando acciones importantes con apenas dos frases de voz en off (¿de verdad no pasó NADA interesante en la vuelta de Kilian a España tras su primera experiencia en Guinea?).
Director y guionista tenían prisa por llegar a la "chicha", al sexo, porque si tenemos que depender del romance, con otra esforzada Berta Vázquez buscando amor en la mirada de Kilian, apañados vamos.

Y ese es otro problema: los "esforzados".
Unos "esforzados" Alain Hernández, Macarena García y Adriana Ugarte que luchan por levantar frases sin sentido y emociones que nunca se llegan a explicar. Se presta mas atención a la agresión que pueda llegar a sufrir Jacobo (la sangre, lo amarillista de ver a dos hermanos peleando, lo supuestamente importante) que a la posible redención que busca sin descanso de manos de Julia (lo ligado al personaje, a su mente fracturada, lo verdaderamente importante).
Personajes desaprovechados porque no interesan a nadie, más allá de dar contexto al enésimo refrote de Kilian con Bisila. Que juzgue cada quién si un culebrón mal enlazado justifica sacrificar una posible historia de la familia a lo largo de décadas en otro continente.

Sí, se nos llenará la boca de "superproducción española", "una película épica como las de antes"... pero es todo un envoltorio vacío, decepcionante y érroneo.
El cine español necesita decidir si quiere los datos de taquilla, efímeros y dependientes, o la grandeza narrativa, eterna e incuestionable (y de esto último no nos faltan ejemplos, solo que quizá no tienen tanta publicidad).

Hasta entonces, pan para hoy y hambre para mañana.
Espero que no nos guste pasar hambre, porque lo parece.
Charles
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