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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Terror. Drama. Romance Queens, Nueva York. Milo tiene 14 años, es huérfano y su único refugio es el apartamento que comparte con su hermano mayor. El chico es solitario y pasa su tiempo mirando películas de vampiros. La llegada de una vecina despertará sentimientos desconocidos... (FILMAFFINITY)
16 de agosto de 2017
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En la mayoría de relatos vampíricos, la criatura ya "es".
No duda de su naturaleza de monstruo, es atormentado por ella o la celebra, pero en ningún momento se da por sentado que pueda vivir una vida normal, o que su condición no sea algo horrible.

'The Transfiguration', bajo la forma de un drama indie de barrio, se interna en la naturaleza del chupasangres y se la lleva a su terreno, planteándose cuál es el precio de su monstruosidad.
Milo es un chico que vive obsesionado con la mitología audiovisual de los vampiros, pero eso es porque guarda el secreto de que él, a veces, también siente ansia por la sangre humana, y se sirve de los medios a su alcance para conseguirla.
Películas de todas las épocas y sensibilidades le hablan de su majestuoso instinto depredador, pero un chico de su edad, en un barrio mayoritariamente afroamericano, debe agachar la cabeza en casa y en la calle, y procurar no llamar la atención cuando cede a sus necesidades: el mito del muerto viviente se reduce aquí al mínimo porque ya no es una cualidad sobrenatural, sino apenas una enfermedad.

Entonces Sophie llega a su barrio, y aunque al principio no le preste atención, más tarde solo ella es capaz de sacarle de esa rutina de invisibilidad autoimpuesta, haciéndole importante y dándole un cariño que ni su hermano ha sido capaz de darle.
¿Cómo encaja el vampirismo con una vida, una con sueños e ilusiones, una que se disfruta por primera vez en mucho tiempo?
Las películas que rodean a Milo solo hablan de héroes o villanos que matan y hacen daño, también los hay que disfrutan de su poder, que se regodean en su inmortalidad... pero él no es ninguno de esos, solo un chico que busca su lugar.
'Crepúsculo' es una mierda, 'Déjame Entrar' una historia bastante realista, y 'Nosferatu' una realidad deseable, pero el vampirismo en la actualidad no funciona así.

Incluso a Sophie se le ocurre comentar que sus vampiros favoritos son los de 'Crepúsculo' y 'Crónicas Vampíricas', manteniendo la idea de que puedan ser algo más que bellos jovencitos musculados fruto de una fantasía erótica.
¿Dónde deja eso a Milo, en la categoría de monstruo sin más, de anomalía que nunca va a encontrar su lugar?
Los monstruos solo existen para matar y ser matados, pronto aprende Milo, e incluso se ve capaz de seguir ese camino, aunque no pueda aceptarlo completamente.

Pero la verdad es que hay un monstruo en cada uno de nosotros.
Todos seguimos caminos más o menos terribles, todos somos todo lo buenos que nuestro entorno lo permita, todos somos capaces de lo mejor y lo peor.
Son las decisiones que tomamos, las que nos permiten olvidarnos de que lo somos.

Y la historia de Milo tiene un encanto difícil de conseguir, donde por una vez el monstruo se ha permitido no ser lo que se espera de él, sin que ninguna ficción marque su camino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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