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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Comedia Dos amigos judíos de edad avanzada (Allen y Turturro) se encuentran ante una desesperada situación financiera. Deciden entonces probar suerte con el negocio de la prostitución masculina, uno como gigoló y el otro como "representante". Pero el asunto no será bien visto en la comunidad judía en la que viven. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2015
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John Turturro se arma del espíritu Woody Allen y le sirve un sencillo homenaje.
Con ayuda del mismo genio neoyorquino construye una historia sencilla y pequeña, de esas que alguna que otra vez se viven, a media voz en cualquier barrio de ciudad.

Fioravante, un librero en quiebra monta un nuevo negocio con su amigo, al que se puede llamar Woody Allen porque a estas alturas es imposible saber dónde acaba el actor y dónde el personaje.
La particularidad está en la naturaleza del negocio: gigoló, acompañante de mujeres que no tienen quien las acompañe.

Hay que reconocerlo, tener a Sharon Stone y Sofía Vergara diciendo que adoran tu piel no parece una mala excusa para levantarte tu película, querido John Turturro.
Parte de ese entendimiento totalmente festivo de lo que se está contando se cuela en las descaradas actitudes de Fioravante y Woody, tras los apodos de Virgil Howard y Dan Bongo, a medida que van descubriendo que el negocio se va volviendo más y más lucrativo.

Cuando aparece Vanessa Paradis es cuando la cosa toma algo más de solidez: la historia de esta mujer, inesperadamente triste para la comedia que estaba siendo, convierte a Virgil en un tipo sensible de un cínico y a Dan en el preocupado aprovechado que nunca ha dejado de ser.
A veces se puede confundir el matrimonio con el amor, como se descubre de manos de esta misteriosa mujer al ser simplemente "atendida" por Fioravante (ahora más que nunca, despojado de su identidad sexual y meramente utilitaria).

Probablemente sea esta la visión más interesante respecto a la sexualidad que se ve en este film: contrastando con las vivencias supuestamente más desenfadadas (pero a la postre, también insatisfactorias) de las pijas de los barrios ricos, vemos la de una mujer reprimida y obligada a no desearlas.
Valga la paradoja, probablemente Fioravante estaba haciendo más bien que mal dando una pequeña atención a esa gente que, por unas o por otras, ha pasado a considerar la compañía la última cosa en su lista de prioridades.

Luminosa, desprejuiciada y bastante más incisiva de lo que parece, así es la nueva de John Turturro.
Qué suerte que Allen esté ahí para guiarle.
Charles
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