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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Terror. Intriga Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca". (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocerlo, el terror antes era otro.
No venía de casas embrujadas o entes sobrenaturales, no.
Lo único que había que temer era la locura. La única frontera prohibida, el subconsciente.

Una mujer, Miss Gidens, acaba de salir al mundo, laboral primero y, se adivina, carnal después.
En las sutilezas de la interpretación de Deborah Kerr hay un monstruo escondido, se adivina, cuando ella menciona que le "gusta montarse sus fantasías de vez en cuando" y su procedencia de buena familia, dando por sentado que de los vicios, pocos, y de los placeres carnales, menos.

Su viaje a la mansión de un apoderado inglés casi puede verse como la primera vez que ella sale al mundo, el primer trabajo, las primeras dudas, el primer viaje a lo desconocido.
Cuando llega el elemento de tensión ella ya está más tensa de lo que parece: la llegada de Miles, el hijo adoptado del apoderado. En principio, simplemente, algo inesperado, y después algo perturbador. Llega a la mansión como un príncipe, en carruaje, tratado de "amo" por la criada, con modales refinados, y cierta picardía hacia Miss Gidens, que ella no sabe cómo encajar ni de qué manera aparentar que no la complace. Probablemente, el primer hombre que flirtea con ella, y allí, en esa casa en la que su dueño aparta sus responsabilidades, él es el centro de atención.

Pero, siempre hay un pero.
Gidens empieza a notar una presencia observándola, que sin embargo casi siempre se revela érronea, o provocada por los dos niños que aparecen de improviso por la casa. Cuando es posible que dos antiguos empleados de la propiedad estén tomando posesión de los niños para volver de su dolor, no queda duda: algo debe hacer ella.
A través de desvelos fantasmales, y ruidos que nunca estuvieron allí, una fantasía cobra vida en Miss Gidens, de la que nunca llegamos a saber si será verdad o un auto-engaño para conseguir acercarse a un niño-hombre que cada vez la trata con más confianzas que casi se vuelven incómodas.

La fantasía confundida con realidad es perturbadora.
Pero no hay nada más terrorífico que construir fantasmas donde solo hay terribles represiones.
Charles
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