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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Drama. Comedia Los tres hijos, ya adultos, de un arisco artista neoyorquino se enfrentan a la difícil relación que tienen con su padre y entre ellos. La familia tenía a sus miembros separados, pero se reúnen para un evento que celebra la obra artística de su padre. Allí surgirán conflictos familiares. (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2017
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie se libra de su mierda familiar.
Como un puerto al que siempre se vuelve, somos hijos y hermanos de quienes somos, y estos dejan su marca en nosotros aunque muchas veces no la veamos, o querramos borrarla con el paso del tiempo.
Es un error pensar que eso no nos condiciona, nos motiva o, en última estancia, nos limita.

'The Meyerowitz Stories' es un compendio de anécdotas familiares, de esas que se cuentan en cualquier cena de Navidad, compuestas por parientes a los que "ya se llamará" o "ya les veo a la próxima".
Danny y Matt han crecido toda su vida bajo la poderosa sombra de Harold Meyerowitz, renombrado artista habitual de las galerías de toda Nueva York, y en última instancia padre biológico de ambos, separados por unos cuantos divorcios y nuevos matrimonios.
Su frágil situación familiar se mantiene porque los dos han tenido la acertada idea de alejarse cuanto más mejor, pero una serie de circunstancias les vuelven a unir, trayendo a la luz algunas culpas no asumidas y errores nunca aliviados.

Danny pasa todo el tiempo que puede con su padre, pese a sus constantes desprecios, porque quiere compartir risas viendo una película con él, tal vez también arañar algunos contactos, y de paso (sólo quizás) ganarse una aprobación paterna que nunca se le ha concedido.
Matt, por su parte, ha trazado su camino guardando una prudente distancia de la soberbia paterna, casi a marchas forzadas, esforzándose por tener una vida propia que él no pueda eclipsar.
La sorpresa, si se puede dar con esos hijos, es que la rama no cae demasiado lejos del árbol: Harold es un egocéntrico y orgulloso, capaz de malinterpretar buenos sentimientos como muestras de debilidad y de resaltar insistentemente cómo se le acercó una celebridad en una exposición, si bien guardándose de mencionar que no exponía nada suyo y también que nadie le prestaba atención en ella.
Como buen artista consciente de haber consagrado toda una vida a su obra, debe darse el valor que se merece y no rebajarse ante nada, porque si no... ¿para qué?
(Incluso ante los propios hijos)

Pronto, en estas historias que se cuentan, se traza una red de silencios que ha acabado perjudicando a todos sus protagonistas, porque nunca han querido enterarse de lo que anidaba tras ellos.
Las palabras no importan, se dejan a medias como en las transiciones que cierran cada relato, porque son puro relleno delante de otras cosas, de lo que es verdaderamente importante, como es confesar que se ha estado mal desde hace mucho tiempo, encima dentro del propio seno familiar donde todos deberían de apoyarse unos a otros (dice bien un médico que examina a Harold: "parece tener un gran aguante para estar mal").
¿Cómo romper ese círculo vicioso?
Respuesta: no se puede. No con los métodos normales de hablar las cosas como hacemos todos, no cuando todas las heridas que se hicieron con los comentarios más casuales son lastre que impide moverse.

Por eso, Matt y Danny congenian en lo patético que tienen en común, en romper un coche a un desconocido de la manera más penosa posible (atrás queda toda glorificación de justicia), en empatizar con su hermana Jean que hace mucho que necesita que la escuchen aunque sólo puedan darle un abrazo, en aferrarse a detalles tan estúpidos como una misma asistente para su padre siempre (¡tampoco es tanto pedir!) porque es lo único estable que pueden conseguir ahora mismo.
De algún modo, estas dos personas, estos dos hombres, estos dos niños que nunca pasaron tiempo juntos, se acercan gracias a la venta de las propiedades de su padre, y no entienden por qué se han callado durante tanto tiempo.
Tal vez porque el peor juicio viene por parte de aquellos que mejor nos conocen, aunque no se hayan molestado en entendernos y reduzcan todas nuestras equivocadas decisiones en "bueno" o "malo".
A todo el mundo le puede pasar, estar harto de disculparse por hacer lo correcto, sin nunca realmente hacerlo (ni disculparse ni hacer lo correcto).

Matt y Danny se han pasado tanto tiempo tratando de superar a su padre que nunca se pararon a pensar que siempre lo seguirán llevando dentro (a Jean eso le daba igual, sólo quería quedar con sus hermanos, siendo la más bienintencionada confesión de este grave drama).
Y sólo por eso, ese minúsculo detalle, su padre no habrá tirado su vida en su arte, sino que plantó semillas de inspiración en sus hijos, de manera torpe y descuidada todo hay que decirlo, pero con la firme intención de que ellos también pudieran ser y sentirse artistas como él, de que llegaran a todo el potencial que a lo mejor a él se le había resistido.
No importa realmente que una de sus más simples obras signifique para cada hermano algo diferente (para uno la oportunidad de ser algo, para otro la confirmación de que no es nada): era la obra de una persona, como otra cualquiera, no un padre, intentando dejar su humilde huella (lo único que podía dejar) en la herencia familiar, como todos querremos hacer, al final.

Por eso las películas de Eliza, pese a ser pornográficamente surrealistas, pasan a ser una buena esperanza de futuro, para una familia unida que pese a no comprenderse sabe apoyarse.
Todo para dejar un legado, algo que construir y de lo que sentirnos orgullosos, con la seguridad de que no repetiremos los errores de la generación anterior, porque esta vez los solucionaremos desde el principio.

La conclusión, a su manera esperanzadora, establece que no hacía falta hacer ciertas cosas, pero se hacen igualmente, porque a veces la vida necesita un poquito de esfuerzo más allá de lo personal, algo que dejar atrás pese a que se tarde tiempo en apreciarlo.
Elemento clave en esa marisma, alocada pero bella, que es tratar de querer la mierda de familia.
Charles
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