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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
7,2
5.998
Animación. Drama. Romance La historia gira en torno a Shôko Nishimiya, una estudiante de primaria que es sorda y que al cambiarse de colegio comienza a sentir el bullying de sus nuevos compañeros. Uno de los principales responsables es Ishida Shôya quien termina por forzar que Nishimiya se cambie de escuela. Años después, Ishida busca la redención de sus malas acciones. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2018
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vengan a mí todos los animes bonicos de idílicos paisajes, de verdad.
Venga a mí todo el drama sentido que es capaz de condensar la animación asiática, en serio.
Pero por favor, no me aburras.

‘A Silent Voice’, para mí, tiene un sencillo problema: está tan enamorada de su forma y de sus emociones… que se olvida de que los personajes son los que tienen que guiarlas.
Quizá es producto de condensar un manga en una sola película, quizá es suposición de los animadores de que quiénes se acerquen a ella tendrán que conocer el material de origen, pero más de una vez te encuentras pensando si se te ha escapado algo.
La música dicta que te tienes que emocionar, todo está bañado en ese atardecer perpetuo que tanto les gusta a los asiáticos imaginar, los personajes expresan sinceramente algo de lo que les cuesta hablar… pero yo me quedo igual.

La pena es que, más allá de esa insistencia por la poesía dolorida, debajo de todo eso, late una historia sincera y emocionante, mucho más hermosa cuando se desarrolla que cuando se queda en la superficie.
Entre Shoya Ishida y Shoko Nishimiya surge desde el principio cierta conexión, lastimada por los abusos que el primero se toma con la segunda, por esa manía de la infancia que nos pide encajar.
Años más tarde, donde antes hubo cierta amabilidad ahora solo queda dolor, resentimiento, una cierta molestia de que las cosas no se pudieran arreglar.
Y Shoya se da cuenta de que se equivocó, porque nadie va a encajar negativizando a los demás: de igual manera ve a sus compañeros, como cruces de un álbum que nunca se atreverá a despegar.

Sobra decir que el poder de la amistad triunfará, y que nada es tan malo como parece, una vez alguien se atreve a exponerse ante un posible amigo de verdad, sin intenciones de destacar: una historia tan manida que no hace daño, porque se cuenta a través de los descubrimientos inesperados de ese abusón que está recibiendo una segunda oportunidad.
Sin embargo, aún queda Shoko como mudo enigma con el que no podrá comunicarse. Nunca será capaz de articular un “lo siento” en lenguaje de signos que exprese todo lo arrepentido que se siente.
Las palabras se quedan a medio camino de ambos, sin tomar forma del todo, y de alguna manera parecen guardar el alivio a un peso que han arrastrado durante años.

En un “te quiero” medio articulado caben mil emociones, que ni la más bonita de las imágenes es capaz de evocar.
Una conexión especial, que sólo la edad y la progresiva realización de que no hay tantas cruces que despegar dotan de valor.

Incluso en el aparente silencio, existen voces que merece la pena escuchar, esas que muchas veces son tapadas por inseguridades que cuesta mostrar.
Pero vulnerables somos todos, y sólo de nosotros depende dejarnos ayudar hasta que deje de importarnos: un aprendizaje que se balancea entre Shoya y Shoko, como todas las cosas que merecen la pena compartir.

Siendo así, es injusto que parezca una victoria ganada a pesar de la propia película en la que está.
Charles
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