Curioso comienzo, nefasto final.
El resultado de una película depende mucho del final, un final malo, escrito deprisa y corriendo o pensando en su comercialidad puede dar al traste un guión entero, y en Soy Leyenda es lo que la pasa.
Y no solo ese final con aires de cristiandad y esperanza, sino ese segundo punto de giro, metido con pinzas en mitad del metraje, una relación que pretende ser realista al principio, y que podría haber sido mucho más emotiva, pero que en vez de ayudar a que la cinta avance, remueven sus cimientos.
No hay que descartar esta película como cinta de entretenimiento, no vas a sentir que has perdido 100 minutos de tu vida para nada, pero dentro de unos años olvidarás por completo este intento de pasar esta obra literaria a la gran pantalla.