Haz click aquí para copiar la URL
Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
8
Drama. Romance En el Tokio de 1885, Kikunosuke Onoue, hijo de un prestigioso actor, descubre desolado que es aplaudido únicamente por ser el heredero de su padre y que, en realidad, el público se mofa de sus interpretaciones. La única persona que se atreve a ser sincera con él es Otoku, la niñera de los hijos de su hermano. Pero precisamente por ello es despedida, y a Kikunosuke le prohiben verla por temor a los rumores que se desatarían por su ... [+]
18 de abril de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a ser el primero en empezar mi crítica hablando de la escena de la sandía, aquellos afortunados que han visto "Historia de los crisantemos tardíos" y saben valorarla como deben, reconocerán que esos momentos en la cocina entre el nefasto actor y la criada desprenden algo especial. No soy un seguidor modelo de Kenji Mizoguchi, no soy un incondicional suyo, y es que reconozco haberme sentido desencantado en alguno que otro de sus largometrajes. Aquí, con la historia de amor incondicional entre los dos personajes protagonistas, me ha vuelto a ganar, me ha convencido desde el contenido, desde el mensaje, absolutamente universal.

Vale la pena insistir en ello, estoy obligado a subrayar ese amor que sienten los personajes entre ellos, que es una de las cosas que el espectador agradece cuando se encuentran en el cine y están bien explicadas. Hay una cantidad enorme de amores que el cine nos ofrece y que no cuelan, hay pocos que nos emocionan mínimamente y después, en la gloriosa minoría de la poesía y el lirismo encontramos amores que hacen que te duelan las cejas. Tenía ganas de escribir esto último, que el amor si es amor verdadero duele mucho, no siempre caramba, también habrán momentos de distensión, pero "Historia de los crisantemos tardíos" me ha hecho recordar esto mismo: si el amor duele, es porque es amor de verdad.

Y no me olvido de la inexistencia de planos cortos, que a mi juicio, y ahora me pongo el disfraz de entendido, es un homenaje en toda regla al teatro. No nos hace falta conocer la cara de él, si tiene una nariz horrible, si es calvo o está rapado. Y lo mismo de ella. Lo importante son sus actuaciones, que sepan ofrecer su realidad y nos la comamos como nos comeríamos esa sandía. Por ello los planos medios y la ejecución de los movimientos sencillos de cámara en los planos largos le sirve a Kenji Mizoguchi, y de qué manera, para dejar claro que esto no es teatro, que es cine. Corría el año 1939 y confieso que me da vergüenza ver algunos productos del siglo actual que mueven cifras astronómicas de presupuesto y espectadores cuando los comparo con el cine que hizo Mizoguchi.

'Aquí me quedo' es lo que piensa y hace la joven Otoku, que sí sabe lo que es el amor, de manera que me desmonta, me mata y me hace sentir un capullo, ya ves, hablamos de una película de hace casi ochenta años y seguramente me he quedado corto elogiándola.

[Y todo ello sin darse un beso, sin apenas contacto físico... inmenso]
Luisito
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow