Una película que cuenta tantas cosas en tan poco tiempo, y que cuenta con tantos y tan agradecidos actores, precisa de mucha calma mientras avanzan los minutos y parece que ese hervidero puede resultar fatal. Si se tiene paciencia, indudablemente "Jugando con el corazón" (el título no es ninguna maravilla) acaba dando lo que uno merece siempre que se pone delante de una película con un plantel de actores así. Podríamos llamarla joya escondida, podríamos decir que que no tiene el reconocimiento que merece, que es más buena de lo que dicen y que se la podríamos recomendar a cualquier vecino.

Las miserias de todos ellos en nuestras narices, con algunas cosas que huelen peor que otras, personajes con sus miedos y sus alegrías, todos ellos con información que poco a poco vamos descubriendo para atar y atar tantos cabos que se presentan sueltos al principio. Vale la pena esperar y ser paciente, vale la pena el vozarrón de Sean Connery (imprescindible verla en VOSE), el despliegue interpretativo de Dennis Quaid, la sola presencia de una inmensa Rowlands y la verdad, cada uno de ellos, todos protagonistas a partes iguales, que cuando aparecen nos dejan intrigados. Todo son interrogantes para el espectador. Y ahí se encuentra la razón por la que funciona, por la que es una película buena de verdad, y es que esas incógnitas no quedarán en el aire y de mejor o peor manera todo se resuelve.

Renglón aparte, párrafo aparte, un mundo aparte en el que todo es diferente y más interesante, Jolie, cuyo personaje es sin lugar a dudas quien hace decantar la balanza y hace que esta película pase de ser una normalita a una mejor. Cuando llora, cuando sonríe, tal vez porque la vemos perder el culo por el chico del pelo azul, por su energía, su belleza indiscutible y su despliegue interpretativo. Y porque tiene un gato horrible con un solo ojo y ella lo adora.