Nadie se puede poner en el lugar de Merrick, nuestro punto de vista es el de la tercera persona que lo ve desde arriba, distante y alejado, pensamos que la vida puede ser injusta y sentimos compasión por el hombre elefante. Jamás podríamos ser como el feriante que lo maltrata o cualquier otro ser humanoide parecido que no es capaz de tratarlo como lo que grita que es acorralado en la estación, un ser humano, no es ningún monstruo, ningún animal. Qué barbaridad!! ¿Puede haber alguien con tan poca sensibilidad como para llegados a este punto no se encoja algo dentro de uno mismo?, ¿alguien que no se conmueva por la desolación de ese hombre absurdamente deformado?, ¿hay alguien capaz de no sentir? Lynch, el a menudo infumable Lynch, no se recrea pudiéndolo hacer, no se pasa haciendo un uso de las formas que lo lleven a un exceso de sensiblería y realiza una obra certera, alejada de personalismos de los suyos.

También es lógico llegar a la conclusión que Lynch se siente correspondido con el hombre elefante. Él (Lynch) es raro, todos lo sabemos, piensa diferente, ve el mundo de otra manera, el ejercicio de su mente lo hace muy distinto al resto del universo pensante. Merrick igual, es diferente a todos, aunque "sólo" sea por fuera. Es difícil olvidar las imágenes de la desfiguración de este hombre, cualquier momento es malo para ver esta película (entiéndase bien) y en especial es impactante observar el lado cruel de los que le rodean y ser conscientes que son hechos reales. Es un buen bofetón.