Atrás quedaban sus mejores películas, con papeles inolvidables por los que es recordado y por los que es justo decir que su nombre, McQueen, supone un capítulo de buen cine dentro de la historia del séptimo arte. En 1980, el mismo año de "Cazador a sueldo" y sólo con cincuenta años, Steve McQueen moría de cáncer y con este adiós prematuro muchos sentimos la nostalgia rara en la actualidad por todo aquello que no llegó a rodar desde su desaparición. Sí, nostalgia rara por todo lo que pudo dar al cine y no nos dio, a saber cuántos escalones más hubiera subido a partir de la cincuentena. Nos quedamos sin saberlo, y como cerecita del pastel queda este justito "Cazador a sueldo", película basada en hechos reales vividos por el personaje que interpreta, es decir, bien entrados en el S.XX existía alguien, como si el oeste fuera, que se dedicaba a capturar a delincuentes buscados por la justicia.

Lo mejor es el personaje, la vida que arrastra con una casa que siempre está llena de amigotes, su dificultad por echar raíces junto a una mujer que le hará padre en breve, se trata de un personaje entrañable y no excesivamente duro. A parte quedan todos aquellos a quienes captura, casos que no siempre están expuestos de la mejor manera, especialmente el último psicópata, algo ridículo ciertamente. Qué le vamos a hacer, "Cazador a sueldo" no es una obra maestra, entretiene y tiene buen ritmo, pero sobre todo, por encima de todo, tiene a McQueen dándonos su adiós con su torpe manera de conducir.