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Voto de papi_habichuela:
9
Drama. Fantástico George Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso banquero por arruinarlo. El día de Nochebuena de 1945, abrumado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero cuando está a punto de hacerlo ocurre algo extraordinario. (FILMAFFINITY) [+]
27 de agosto de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué descorazonador y bello es el fin del cine!

¿Se imaginan una película donde se puedan sentar, sin discusión, al padre y a la madre, al hijo mayor, a la mediana y al pequeño, a la abuela y el abuelo y, por qué no, a la vecina y un familiar que ha venido a pasar el fin de semana?

¿Pueden por un momento sentir la comunión entre los presentes, llorando de alegría, exultantes, divertidos y alegremente vivos tras ese final apoteósico donde James Stewart recupera todo aquello que creía perdido?

Fundo a negro. Mucho ha corrido el celuloide desde 1946, ha bailado de un lado a otro según gustos del público, crisis sociales y bagaje cinéfilo del espectador medio. ¿Qué se ha dejado en el camino? ¿Qué ha perdido de forma irremisible y no es que intente recuperarlo, es que todavía no se ha dado cuenta de que la ha perdido? ¿Dónde está la trascendencia? ¿A qué opta el arte como máxima expresión del intelecto humano? Varias décadas la única opción y objetivo es el precio que pagamos por dos horas de vivir historias. Y no las historias.

Unas letras en rojo con fondo negro. Dos golpes de sonido abren la plataforma que todos conocemos. Novedades: papi_habichuela es horrible (papi_habichuela is awful en su versión inglesa). ¡Qué coñ* es esto! Un tipo que cuida a dos niños y un montón de cactus escribe críticas pésimas en FilmAffinity y, ante la falta de likes, cae en una depresión en la que se dedica a joder hasta al apuntador. Hay partes inventadas, otras exageradas y con un tono awful, terrible, que engancha al espectador. El resto, para el que pueda entender, ya ha entendido.

El infierno se presenta en Black Mirror como todo lo contrario a lo que supone ¡Qué bello es vivir!: de la trascendencia total del conjunto familiar y entender la vida como un todo en el espectador de 1946 pasamos al producto único y exclusivo de Joan es horrible en 2023. ¿Tanto hay que olvidar para no entenderlo? El cine está muerto si acude al individuo. El cine independiente no puede, ni debe, ocupar este espacio. Tampoco el de superhéroes, ni la gran superproducción. El cine solo vive en Ciudadano Kane, Ser o no ser, Casablanca, ¡Qué bello es vivir! Y otras cientos de películas que cada vez nos pillan más lejos en el imaginario y con las que hemos entendido el bien y el mal, sentido el amor y el miedo; hemos recordado quiénes somos y qué hacemos aquí, igual que Stewart al final de ¡Qué bello es vivir! Todo lo demás es humo. Y es lo que nos están vendiendo.

Ahora solo nos queda que el barquero que vigila el bote salvavidas nos confunda con una mujer o un niño y nos deje pasar, o indefectiblemente los seamos, o tengamos dinero para sobornarlo, o atesoremos con suerte amistades y deudas pendientes. Hace frío y el barco se hunde. Hace frío y aquí en mitad de la nada no llega Netflix aunque suenen los violines. Hace frío y en medio del cosmos el agua está helada. Aseguren una tabla si no montan en el bote y recen. Recen a pesar de no recuerdar como empezaban las oraciones envenenadas que nos dieron.
papi_habichuela
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