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Drama
América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en ... [+]
8 de julio de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coppola tuvo el talento inmenso de trasladar a la pantalla una pasión humana, muy clara en Sicilia y de alguna manera en el mundo entero: el interés de la gente corriente por tener un padrino que le proteja "como sea", que "como sea" restituya los valores morales y económicos que considera más justos.
Y ahí está la grandeza de la novela, la mejor de Puzo, y el talento inmenso de Coppola y toda su troupe de actores grandiosos... para hacernos ver la ternura inmensa de esta mafia y sus hijos de diferente tenor por los que se cuela el abuso de poder, la locura de la codicia y la falta de criterios humanos que sí tenía el primer Corleone: ese niño piel y huesos que a través de una justicia personal, y grandes condiciones organizativas, llega a ser el más grande.
Todos queremos un Padrino que nos resuelva las papeletas a ostias, pero, eso sí, ¿todos somos conscientes de que entramos en una espiral de monstruosidad paralela a la monstruosidad del propio sistema?, ¿todos sabemos que una cruel manera de vivir, la actual, más o menos cruel según el país, no se puede resolver con una más arbitraria manera de decidir quien merece o no vivir?
Además, tiene de todo un poco para consolidar una obra maestra emocionante en sus tres partes.
Y ahí está la grandeza de la novela, la mejor de Puzo, y el talento inmenso de Coppola y toda su troupe de actores grandiosos... para hacernos ver la ternura inmensa de esta mafia y sus hijos de diferente tenor por los que se cuela el abuso de poder, la locura de la codicia y la falta de criterios humanos que sí tenía el primer Corleone: ese niño piel y huesos que a través de una justicia personal, y grandes condiciones organizativas, llega a ser el más grande.
Todos queremos un Padrino que nos resuelva las papeletas a ostias, pero, eso sí, ¿todos somos conscientes de que entramos en una espiral de monstruosidad paralela a la monstruosidad del propio sistema?, ¿todos sabemos que una cruel manera de vivir, la actual, más o menos cruel según el país, no se puede resolver con una más arbitraria manera de decidir quien merece o no vivir?
Además, tiene de todo un poco para consolidar una obra maestra emocionante en sus tres partes.