Es un guión de los grandes porque todas sus historias cruzadas valen por igual y porque, atravesado por el humor, da una visión formidable del mundo del teatro con sus miserias y sus grandezas.

Es una de las más redondas películas de Allen porque, entre otros motivos, tiene un reparto óptimo del primero al último y porque, a la chita callando, rinde el más grande homenaje que pueda recibir Billy Wilder y su Con faldas y a lo loco.

Cada historia de estas vidas cruzadas es digna de nueva visión. Cada personaje y, sobre todo, el desenlace, esa vuelta de tuerca magistral...

Para mí, de lo mejor de Allen, realmente genial, junto a su único musical: Todos dicen I love you, películas en las que el gran hombre de cine abandona sus obsesiones personales, sale de sí mismo y recrea épocas, ambientes y situaciones con admirable creatividad.