Sí, en tí "Toy Story" tengo un amigo. Un gran amigo. Tú, en tu hora y media, eres capaz de darme lo que ninguna otra película me ha dado.

Recuerdo que crecí viéndote, aprendiéndote y poniéndote en mi viejo video y tú, tan cariñosa, me ofrecías toda clase de personajes, situaciones y emociones. La envidia, la extrañez y duda ante lo nuevo, la pérdida de poder, la soberbia, la avaricia, la integración, el miedo al rechazo, la venganza, el cariño, el bueno que no es tan bueno, el que era malo pero no lo es... y todo ello mediante una película en la que unos simples juguetes, de esos que todos hemos tenido y que ahora posiblemente no sepamos ni donde están ni cómo los llamábamos, son los protagonistas.

¿Quién después de ver esta maravillosa maravilla que es "Toy Story", no se ha preguntado si por casualidad realmente, mientras dormimos, nuestros juguetes hacen su propia vida? Yo lo confienso, después de verla, nunca más lancé un juguete por los aires.

¡Vaya! Creo que este es el final de mi crítica. Debo irme... hay una serpiente en mi bota.