Este director parece que no quiere salir de su zona de confort y encasillamiento. Siempre termina volviendo a sus apocalipsis infográficos con mucho espectáculo para la pantalla grande.
Con las películas más recientes de Emmerich me ha surgido una duda. Sus destrucciones más famosas (“Independence day”, “El día de mañana” o “2012”) me encantan, pero la segunda parte de los extraterrestres y esta caída de la luna, me parecen muchísimo peores. La duda que se me plantea es la siguiente: ¿me gustan menos porque ya voy para viejo y no me impresionan como las otras que las vi más joven, o simple y llanamente es que son peores?
Pues no me termina de quedar claro, porque en lo que a valores cinematográficos se refiere, a nivel objetivo buenas no ha hecho ninguna. El caso es que, sea por acostumbramiento o por bajada de calidad clara, Emmerich apenas me emociona ya.
De todas formas, en “Moonfall” se nota, sin lugar a dudas, que la espectacularidad destructiva y el derroche de efectos especiales, no solamente son más flojos que en otros trabajos (cosa sorprendente cuando debería ser al revés), sino más escasos en minutos dentro del metraje.
Y claro, lo que le pasa es que el drama no le sale bien, como ya quedó demostrado en “Midway” cuando no había aviones disparando. Aquí tenemos a los normalmente solventes Patrick Wilson y Halle Berry, que son conscientes de dónde están y no se esmeran demasiado. Luego está John Bradley, el típico graciosillo de turno cargante, que a pesar de sus tonterías, no llega a molestar demasiado.
La sensación de desastre global, tampoco termina de tocar la fibra, porque no tiene demasiados personajes secundarios, no es tan larga como suelen ser estas películas y se termina centrando en la misión espacial hacía esta luna que ha entrado en trayectoria de colisión por razones poco claras al principio.
Como decía, las escenas de efectos especiales saben a poco. Y me deja de piedra que la infografía de “Moonfall” sea peor que la de “2012” más de una década después. El ordenador se nota mucho más e impresiona mucho menos. Supongo que ser de la era de la pandemia le habrá restado mucho presupuesto en ese sentido.
Pero bueno, se podría seguir despotricando fácilmente, y sin embargo, voy a terminar dándole el aprobado justito. Primero, porque no engaña a nadie y es más o menos como te la esperas. Segundo, porque el humor (que siempre me sobra) no llega a cruzar el límite de lo vergonzoso o lo excesivo en el tiempo. Tercero, porque es entretenida, y el tramo final mejora un poco todo lo anterior, con unas secuencias que sí están a la altura.
Me ha gustado, pero eso sí, bastante menos que los “clásicos” de Emmerich. Mi nota real sería un 5,5, que por lo menos me ha entretenido una tarde.