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España España · Córdoba
Voto de i42poloj:
3
Ciencia ficción. Thriller Cuando su novia desaparece, un hombre mudo (Alexander Skarsgård) se adentra en el sórdido submundo de un Berlín futurista (año 2056), donde sus acciones hablarán sin necesidad de palabras. (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece estar convirtiéndose en una costumbre que la calidad de las producciones de Netflix sea inversamente proporcional a su promoción en internet.
Esta vez las malas críticas están perfectamente justificadas.
Tenemos a Alexander Skarsgård de protagonista, que además de hacer de mudo, parece lelo por su nula expresividad. También aparece Paul Rudd, que está para matarlo, revivirlo con palas desfibriladoras y volverlo a matar unas cuantas veces por su mala actuación y su bigote y cháchara ridículos.
Pues bien, el protagonista es amish pero eso no tiene la más mínima transcendencia en la trama. Curiosamente, no ve la televisión pero sí que tiene un móvil. Y cuando termina el film, uno se da cuenta de que tampoco tiene la más mínima importancia su mudez. El pánfilo este conoce a una joven de pelo azul que parece una versión joven de Paz Padilla, y mantiene un empalagoso romance en un mundo futurista plagiado de mala manera de "Blade runner", con strippers robóticas y todo. Esta copia la hacen tan mal que parece como si hubieran hecho una versión triple X (y no me refiero a la película de acción de Vin Diesel) de aquella de Ridley Scott, pero sin escenas "interesantes".
El diseño de producción es horroroso, sin que sepan combinar lo futurista con lo retro.
El argumento, los diálogos y las situaciones no llegan a tener ni pies ni cabeza. Escenas como las del quirófano clandestino o la de la bolera (absolutamente inútiles por otra parte) dan ganas de arrancarse los ojos y los oídos. Especialmente aberrante es la secuencia en la que Merry de "El señor de los anillos" aparece disfrazado de geisha travesti, provocando altas cotas de vergüenza ajena y ganas de dejar de verla inmediatamente.
La insistente banda sonora que casi no para de sonar, a pesar de ser de Clint Mansell, se merecería un "razzie". Por desgracia, en este mundo tan injusto las películas de Netflix todavía no pueden aspirar a tal "honor".
Sus 126 minutos se eternizan cual tortura guantanamera. El periplo del mudo tiene el mismo interés que leerse las fluctuaciones de la bolsa sin ser inversor. Deberían pagar dinero por conseguir llegar a verla entera hasta el final. Solo sirve como somnífero que no daña al hígado.
Netflix se sigue "superando" a sí misma. Posiblemente sea aún peor que "Bright", y mira que eso era difícil.
i42poloj
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