Podemos ver aquí a Blake Lively lucirse en un dramático papel muy alejado de otras películas que ha hecho.
La búsqueda de los asesinos de su familia es su objetivo, pero es una historia que ritmo, lo que se dice ritmo, no tiene tanto como su título quiere decir.
El tono del film parece estar en consonancia con el estado de ánimo de la protagonista. Es fría, adulta, oscura y seria, como debe ser. No hay lugar para el humor aquí, lo cual me parece bien.
El problema que me hace darle un 5 (y con reservas) es su desequilibrio narrativo. La primera parte de la historia abusa de los silencios, de los “flashbacks” y de una cierta lentitud narrativa. La buena actuación de Lively contrasta con la presencia de Jude Law, que no me da ni frío ni calor y está un poco desaprovechado.
Cuando empieza realmente la misión (por llamarla de alguna manera) de la protagonista, la cosa remonta algo. La película pasa de ser mala a ser mediocre, con esta mujer yendo de un lugar del mundo a otro (pasando por Madrid) en pos de estos malos tan malos. Es como si les costara trabajo ir al grano, y eso que no es un film demasiado largo. Sin embargo, lo que me ha hecho decidirme a darle el aprobado raspado es todo lo que va desde Tánger hasta el final.
La directora parece esforzarse en sacar el talento que no ha mostrado hasta entonces, y se saca de la manga un buen plano secuencia en una persecución en coche, que solo con eso ya se gana mi visto bueno. Los he visto mejores, pero la escena es lo suficientemente buena como para salvar la película entera. Y de ahí al final, con la resolución de toda la historia, pues tampoco está tan mal toda esa parte.
En fin, una película muy desequilibrada que podría haber estado mucho mejor, pero que se deja ver y entretiene (más en su segunda mitad que en la primera, eso sí), que al fin y al cabo es de lo que se trata.